sábado, 15 de octubre de 2016

LA FRENÉTICA NOCHE DE TOKIO, (JAPÓN).

La frenética noche de Tokio. En el popular barrio de Shibuya, un noctámbulo o un vampiro moderno podría construir una realidad paralela. Entre las innumerables calles que cruzan Shibuya, uno de los barrios más populosos de Tokio, miles y miles de jóvenes se trasladan de un lado al otro con mucho frenesí. Hay una efervescencia en el aire. Todo sucede a una velocidad impactante. Es como si el tercer milenio ya hubiese acaecido o estuviese mirando una película. Por la necesidad de espacio, la ciudad crece verticalmente y miles de carteles luminosos anuncian la diversidad de la oferta en los edificios de la zona: tienda de ropa en la planta baja, restaurant en el primer piso, karaoke en el segundo, sex shop en el tercero, dentista en el cuarto, sala de videojuegos en el quinto, y así sucesivamente. También se destacan enormes pantallas alrededor, haciendo parecer a Time Square en Nueva York un juego de niños. Se reproducen diversas imágenes, como las últimas publicidades de grandes compañías a videoclips de las estrellas fulgurantes de la escena musical japonesa, lo cual crea una marea de sonidos y colores muy particular. Un noctámbulo o un vampiro moderno podría construir una realidad paralela cuando se apaga el día. Durante las horas de la noche todo permanece abierto en esta zona de la capital nipona. La oferta gastronómica es inmensa. Cientos de locales de todos los tamaños sirven algunos de los platos más típicos y tradicionales japoneses: korokke, soba, takoyaki, teriyaki, sushi y también una mezcla de propuestas internacionales que van desde comida rápida norteamericana hasta lugares que parecen teletransportados desde Roma o Nápoles. A la hora de divertirse, además de los ya mencionados karaokes y salas de videojuegos, encontraremos salas de cine, teatros y una verdadera tradición oriental: el pachinko. Creado allá por los años de la Segunda Guerra Mundial, esta especie de pinball oriental se puede encontrar en grandes salas llenas de estas máquinas donde el propósito es el de manejar la velocidad pequeñas bolas de acero, anteriormente compradas, y hacerlas entrar en pequeños orificios dispuestos en el panel del juego. Al lograr introducir estas especies de sólidas canicas, más pelotitas uno recolectará para finalmente ser canjeadas por premios: artículos de tecnología, perfumes, peluches, etcétera. De movida parece fácil, pero no lo es. La velocidad en la que caen y se mueven las bolitas es tremenda y los jugadores parecen hipnotizados manteniendo sus rostros a escasos centímetros de sus rostros. Más particulares de estos barrios tienen que ver con los estilos y los arquetipos utilizados por estos jóvenes a la hora de vestirse. Identificables a la distancia por sus looks, cada uno de ellos pertenecen a diferentes tribus urbanas: los kodonas son aquellos que utilizan ropa infantil de la época victoriana y portan pálidos maquillajes en sus caras; los bosozoku, amantes de las motocicletas, visten cueros y jopos dignos de los años 50, y los cosplay son aquellos que se visten como personajes del animé y manga. Todos ellos mezclados con punks, rockers, yuppies, hipsters, y la mayoría de la gente que prefiere vestirse más cotidianamente y sale de sus trabajos rápidamente para encarar la larga vuelta a casa, atravesando una de las mayores junglas urbanas. Tanto es así que quien tenga la oportunidad de ser testigo de lo que sucede aunque sea tan solo por quince minutos verá, en Shibuya o Akasaka (los nombres de estos barrios tokiotas) un panorama increíble de lo que podría suceder en el futuro que tanto hemos visto en películas de ciencia ficción. Iván de Pineda, para Revista La Nación. Procesado por Jorge Luis Icardi. 15 de octubre de 2016.

No hay comentarios:

Publicar un comentario