lunes, 10 de octubre de 2016

EL HELADERO QUE QUERÍA HACER PELÍCULAS EN SAVANNAH, (ESTADOS UNIDOS).

El heladero que quería hacer películas

Un negocio centenario en Savannah, EE.UU., dueño de una rica historia familiar. Me encanta conocer la vida y las historias de las personas con las que interactúo cuando viajo. Sobre todo aquellas que me reciben en sus casas, en sus lugares de trabajo. Este encuentro se dio cita en Savannah, Georgia, en el sur de los Estados Unidos. Se trata de una plácida urbe y una de las ciudades mejor conservadas del Sur de Estados Unidos, considerada por muchos la más linda del país. Llegó a ser uno de los puertos más importantes y fue una de las pocas que durante la Guerra de Secesión, que enfrentó a los ejércitos de la Unión y a los Confederados, no sufrió ningún tipo de represalias por parte del bando vencedor, y así pudo atravesar esta conflagración prácticamente en una pieza. De gran belleza, tiene una de las escuadras urbanas más simpáticas del mundo debido a sus más de veinte plazoletas y espacios públicos rodeados de casas construidas entre los siglos XVII y XVIII. También se la conoce por ser la ciudad mas hechizada del país: a su alrededor se encuentran aproximadamente cincuenta cementerios e infinidad de lugares donde los expertos hablan de extraños sucesos paranormales. Fue, además, escenario de diversas películas como Forrest Gump, Cabo de miedo y Medianoche en el jardín del bien y del mal. Por todo esto, Savannah ha sido siempre un lugar para disfrutar al mejor estilo sureño y dejar que el tiempo pase lentamente. Pero volvamos a mi encuentro. Caminando por la calle East Broughton me paré a la altura del numero 212 y leí el las letras sobre la vieja marquesina: Leopold's. Según aquellos a quienes les había preguntado, ésta era una de las mejores heladerías que se podían encontrar y su dueño, una verdadera personalidad. Stratton Leopold me recibió donde prácticamente se crió: en la heladería abierta por su familia en 1919, cuando tres inmigrantes griegos llamados George, Peter y Basil (sus nombres ya anglicanizados) arribaron al país con una vieja receta. Con mucho trabajo y dedicación lograron inspirar la confianza de sus vecinos y en el día de hoy generaciones de ellos llegan hasta sus puertas y hacen fila (que a veces alcanza la esquina) pacientemente para disfrutar de los helados hechos como hace casi cien años. Pero el pequeño Stratton tenía un sueño: el de hacer películas. Y así, entre bochas de helado y un fugaz paso por la escuela de medicina, un día se dio cuenta de su verdadera pasión. Ya una vez detrás del mostrador y como si todavía fuese un joven adolescente, Stratton me hizo probar las recetas y gustos favoritos de su padre. "Claro -dijo-, en esos años un helado salía cinco centavos.". Pero el cine pudo más y de a poco se fue abriendo camino en la industria. Es por eso que en las paredes de la heladería, acompañando entre otras cosas al mostrador de mas de 70 años de antigüedad, podemos ver carteles de las películas que ha producido, entre las que se encuentran: Misión imposible III, El hombre lobo, Tango & Cash, La hija del general y muchas más. Entre los objetos que también se exhiben en la heladería, hay una cámara de cine de enorme tamaño, una Panavision, compañía de la cual fue vicepresidente de producción. Y ver esa cámara es imaginarse al gran John Huston en acción. Al recibir un enorme helado de tutti-fruti, el gusto a probar sí o sí, le pregunté por qué seguía viviendo en Savannah y atendiendo a la clientela regularmente. Me miró, se sonrió, abrió los brazos, señaló el local y respondió: "Querido Ivan, este es el corazón de mi familia. Aquí di mis primeros pasos. Sin esto no hubiese comprendido la noción del trabajo y sobre todo no hubiera tenido la oportunidad de dedicarme a mi pasión, el cine. Aquí empecé y aquí voy a terminar".

 Nota de Iván de Pineda. LA NACION
10 de octubre de 2016.

(Procesado por Jorge Luis Icardi...)

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