lunes, 31 de julio de 2017

LA PIMIENTA

Son arbustos o trepadoras, raramente hierbas o pequeños árboles, aromáticos. Las ramas tienen prófilos caedizos, generalmente adnatos al peciolo y que, al caer, dejan una profunda cicatriz anular en los nudos. Las hojas son alternas, pubescentes, simples, de margen entero y con limbo de conspicua nerviación lateral generalmente de implantación basal o bien parcialmente pinnada. Las flores se organizan en inflorescencias espiciformes, más o menos
largas o incluso sub-globulares, generalmente opuestas a las hojas y más raramente agrupadas en aparentes umbelas axilares.
Dichas flores, sésiles y que carecen totalmente de perianto, son en mayoría unisexuales dioicas, o más raramente monoicas o bisexuales. Tienen brácteas pequeñas a menudo peltadas, el androceo de 2-6 estambres de anteras biloculares de 2-4 lóbulos y el gineceo, supero, con 2-4 estigmas sésiles o de estilo corto.
El fruto es una drupa uni-seminada obovoide a globosa, sésil o no, frecuentemente roja o amarilla, con pico corto y usualmente glabra.
 Distribución y hábitat: Las especies de Piper tienen una distribución pantropical y se encuentran comúnmente en el sotobosque de las selvas tropicales, aunque también vegetan a más altitud, como
los bosques nubosos; una de las especies (P. kadsura del sur de Japón y sur de Corea) es subtropical y tolera inviernos con ligeras heladas.
Ecología: Piper es un organismo modelo para estudios en ecología y biología evolucionaria. La importancia ecológica y su diversificación genérica la hace candidata para dichos análisis, y también se ha focalizado en investigación económica de importantes especies como P. nigrum (pimienta negra), P. methysticum (kava),
and P. betle (betel).
La mayoría de las especies del género son herbáceas o trepadoras; algunas crecen como arbustos o casi pequeños árboles y frecuentemente
dominan la flora donde se hallan. Unas cuantas llamadas "pimienta de las hormigas" como Piper cenocladum, son mirmecófitas, es decir, viven en mutualismo con hormigas, por lo que son sistemas ideales para estudiar la evolución de la simbiosis y el efecto del mutualismo en comunidades bióticas.
Especies más comunes: Piper auritum y Piper sanctum - pimienta mexicana Piper betle - betel Piper cenocladum - pimienta de las hormigas Piper cubeba - Cubeba, pimienta de Java Piper darienense - pimienta de Panamá Piper elongatum - matico Piper gaudichaudianum - pariparoba (Argentina) Piper guineense - pimienta de Benín Piper kadsura - pimienta japonesa (Hūtōkazura) Piper imperiale - pimienta de Malia Piper longum - pimienta larga Piper methysticum - Kava Piper nigrum - pimienta negra, la más común (también como p. blanca, p. verde) Piper ornatum - pimienta celebes Piper retrofractum - Cabe jawa (Sureste asiático).

Informe: JORGE LUIS ICARDI

La Hepatitis C en el país

El término "hepatitis" designa un grupo de enfermedades cuya base anatomopatológica se funda en alteraciones de las células hepáticas, acompañadas de procesos inflamatorios. Se distinguen formas agudas y crónicas; en las segundas, la infiltración y la esclerosis provocan una gradual atrofia del tejido del hígado y, por lo tanto, una insuficiencia grave que ha de afectar al futuro de los pacientes.

La hepatitis C, una afección viral, ha sido objeto de una primera investigación en el país. En ella se han evaluado el impacto y su evolución que, en el mayor número de casos, no ha sido diagnosticada ni tratada, y esa doble carencia de información y tratamiento terapéutico adecuado incidió en el aumento del número de los enfermos, según la información conocida hasta 2013.
Resulta sorprendente saber que sólo el 0.15% de los pacientes de este mal han sido tratados en el país en los últimos tres lustros, según los datos presentados en la investigación sobre el tema, publicados en el World Journal of Hepatology, trabajo en el cual participó el doctor Marcelo Silva, jefe del Servicio de Hepatología y Trasplante Hepático del Hospital Universitario Austral e investigador de Ciencias Biomédicas en ese centro de salud.
Si se consideran las conclusiones de esa investigación, puede estimarse que la mortalidad provocada por la hepatitis C ha de seguir aumentando, aunque se reduzca gradualmente el número de enfermos, ya que los casos existentes no debidamente tratados seguirían su evolución, que llevaría al paciente hasta la cirrosis, la que plantea luego un dilema crítico: trasplante o muerte.

La cuestión es dramática porque, según señala el mismo facultativo, la tasa de diagnósticos es baja y más aún el número de pacientes tratados para su curación. De continuar esta doble realidad negativa, el futuro adverso para el curso de la enfermedad no declinaría. La lógica manera de encarar el problema, según señala el citado médico, es a través de políticas públicas efectivas.
Las cifras estadísticas que se han venido difundiendo con relación a la hepatitis C no deberían considerarse como valores absolutos, ya que los registros existentes no son confiables, según las observaciones expuestas. En cambio, si se pudiera avanzar de un modo consistente en las etapas de diagnóstico y tratamiento, se reduciría sensiblemente el riesgo que hoy se padece. El camino de la solución está claramente expuesto; lo indispensable es avanzar sin demora en tal sentido.

ALGUNAS PECULIARIDADES DE LOS OJOS (CUENTO)

Descubrí por puro accidente que la Tierra había sido invadida por una forma de vida procedente de otro planeta. Sin embargo, aún no he hecho nada al respecto; no se me ocurre qué. Escribí al gobierno, y en respuesta me enviaron un folleto sobre la reparación y mantenimiento de las casas de madera. En cualquier caso, es de conocimiento general; no soy el primero que lo ha descubierto. Hasta es posible que la situación esté controlada.
Estaba sentado en mi butaca, pasando las páginas de un libro de bolsillo que alguien había olvidado en el autobús, cuando topé con la referencia que me puso en la pista. Por un momento, no reaccioné. Tardé un rato en comprender su importancia. Cuando la asimilé, me pareció extraño que no hubiera reparado en ella de inmediato.
Era una clara referencia a una especie no humana, extraterrestre, de increíbles características. Una especie, me apresuro a señalar, que adopta el aspecto de seres humanos normales. Sin embargo, las siguientes observaciones del autor no tardaron en desenmascarar su auténtica naturaleza. Comprendí en seguida que el autor lo sabía todo. Lo sabía todo, pero se lo tomaba con extraordinaria tranquilidad. La frase (aún tiemblo al recordarla) decía:
… sus ojos pasearon lentamente por la habitación.
Vagos escalofríos me asaltaron. Intenté imaginarme los ojos. ¿Rodaban como monedas? El fragmento indicaba que no; daba la impresión que se movían por el aire, no sobre la superficie. En apariencia, con cierta rapidez. Ningún personaje del relato se mostraba sorprendido. Eso es lo que más me intrigó. Ni la menor señal de estupor ante algo tan atroz. Después, los detalles se ampliaban.
… sus ojos se movieron de una persona a otra.
Lacónico, pero definitivo. Los ojos se habían separado del cuerpo y tenían autonomía propia. Mi corazón latió con violencia y me quedé sin aliento. Había descubierto por casualidad la mención a una raza desconocida. Extraterrestre, desde luego. No obstante, todo resultaba perfectamente natural a los personajes del libro, lo cual sugería que pertenecían a la misma especie.
¿Y el autor? Una sospecha empezó a formarse en mi mente. El autor se lo tomaba con demasiada tranquilidad. Era evidente que lo consideraba de lo más normal.
En ningún momento intentaba ocultar lo que sabía. El relato proseguía:
… a continuación, sus ojos acariciaron a Julia.
Julia, por ser una dama, tuvo el mínimo decoro de experimentar indignación. La descripción revelaba que enrojecía y arqueaba las cejas en señal de irritación. Suspiré aliviado. No todos eran extraterrestres. La narración continuaba:
… sus ojos, con toda parsimonia, examinaron cada centímetro de la joven.
¡Santo Dios! En este punto, por suerte, la chica daba media vuelta y se largaba, poniendo fin a la situación. Me recliné en la butaca, horrorizado. Mi esposa y mi familia me miraron, asombrados.
_¿Qué pasa, querido? _preguntó mi mujer.
No podía decírselo. Revelaciones como ésta serían demasiado para una persona corriente. Debía guardar el secreto.
_Nada _respondí, con voz estrangulada.
Me levanté, cerré el libro de golpe y salí de la sala a toda prisa.
Seguí leyendo en el garaje. Había más. Leí el siguiente párrafo, temblando de pies a cabeza:
… su brazo rodeó a Julia. Al instante, ella pidió que se lo quitara, cosa a la que él accedió de inmediato, sonriente.
No consta qué fue del brazo después que el tipo se lo quitara. Quizá se quedó apoyado en la pared, o lo tiró a la basura. Da igual en cualquier caso, el significado era diáfano.
Era una raza de seres capaces de quitarse partes de su anatomía a voluntad. Ojos, brazos…, y tal vez más. Sin pestañear. En este punto, mis conocimientos de biología me resultaron muy útiles. Era obvio que se trataba de seres simples, unicelulares, una especie de seres primitivos compuestos por una sola
célula. Seres no más desarrollados que una estrella de mar. Estos animalitos pueden hacer lo mismo.
Seguí con mi lectura. Y entonces topé con esta increíble revelación, expuesta con toda frialdad por el autor, sin que su mano temblara lo más mínimo:
… nos dividimos ante el cine. Una parte entró, y la otra se dirigió al restaurante para cenar.
Fisión binaria, sin duda. Se dividían por la mitad y formaban dos entidades. Existía la posibilidad que las partes inferiores fueran al restaurante, pues estaba más lejos, y las superiores al cine. Continué leyendo, con manos temblorosas. Había descubierto algo importante. Mi mente vaciló cuando leí este
párrafo:
… temo que no hay duda. El pobre Bibney ha vuelto a perder la cabeza.
Al cual seguía:
… y Bob dice que no tiene entrañas.
Pero Bibney se las ingeniaba tan bien como el siguiente personaje. Éste, no obstante, era igual de extraño. No tarda en ser descrito como:
… carente por completo de cerebro.
El siguiente párrafo despejaba toda duda. Julia, que hasta el momento me había parecido una persona normal se revela también como una forma de vida extraterrestre, similar al resto:
… con toda deliberación, Julia había entregado su corazón al joven.
No descubrí a qué fin había sido destinado el órgano, pero daba igual. Resultaba evidente que Julia se había decidido a vivir a su manera habitual, como los demás personajes del libro. Sin corazón, brazos, ojos, cerebro, vísceras, dividiéndose en dos cuando la situación lo requería. Sin escrúpulos.
… a continuación le dio la mano.
Me horroricé. El muy canalla no se conformaba con su corazón, también se quedaba con su mano. Me estremezco al pensar en lo que habrá hecho con ambos, a estas alturas.
… tomó su brazo.
Sin reparo ni consideración, había pasado a la acción y procedía a desmembrarla sin más. Rojo como un tomate, cerré el libro y me levanté, pero no a tiempo de soslayar la última referencia a esos fragmentos de anatomía tan despreocupados, cuyos viajes me habían puesto en la pista desde un principio:
… sus ojos le siguieron por la carretera y mientras cruzaba el prado.
Salí como un rayo del garaje y me metí en la bien caldeada casa, como si aquellas detestables cosas me persiguieran. Mi mujer y mis hijos jugaban al monopolio en la cocina. Me uní a la partida y jugué con frenético entusiasmo. Me sentía febril y los dientes me castañeteaban.
Ya había tenido bastante. No quiero saber nada más de eso. Que vengan. Que invadan la Tierra. No quiero mezclarme en ese asunto.
No tengo estómago para esas cosas...

Autor: Philip K. Dick

Elena Roger - Vamos a dar una vuelta

https://youtu.be/mQBeunmeQTU

domingo, 9 de julio de 2017

El DÍA de la INDEPENDENCIA

Desde la conformación del primer gobierno patrio, sin injerencia de España, se había desatado una larga guerra independentista, de la cual muy pocos se animaban a vaticinar de forma explícita cómo terminaría; no sólo por las dificultades económicas a que había que hacer frente y la tenaz resistencia por parte de los ejércitos realistas; también porque no eran pocas las diferencias internas respecto a cómo organizar el nuevo país, todavía inexistente.
Las rivalidades se dirimían en golpes de mando, encarcelamientos, campañas militares, etc. Aun así, sin consensos definidos y con grandes turbulencias, el proceso independentista avanzaba. En 1815, tras la deposición de Alvear como Director Supremo ocurrida el 15 de abril de 1815, el director interino Ignacio Álvarez Thomas, envió una circular a las provincias invitándolas a realizar la elección de diputados para un congreso general que se reuniría en Tucumán.
Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la Banda Oriental decidieron no enviar representantes. Tampoco asistirían diputados de Paraguay y del Alto Perú, con excepción de Chichas o Potosí, Charcas (Chuquisaca o La Plata) y Mizque o Cochabamba. 
Pronto comenzaron a ser electos en las provincias los diputados que se reunirían en Tucumán para inaugurar un nuevo congreso constituyente. Entre las instrucciones que las provincias -no todas- daban a sus diputados, se encontraba la de “declarar la absoluta independencia de España y de sus reyes”.
El 24 de marzo de 1816 fue en definitiva inaugurado el Congreso en Tucumán. El porteño Pedro Medrano fue su presidente provisional y los diputados presentes juraron defender la religión católica y la integridad territorial de las Provincias Unidas.
Entretanto, el gobierno no podía resolver los problemas planteados: la propuesta alternativa de Artigas, los planes de San Martín para reconquistar Chile, los conflictos con Güemes y la invasión portuguesa a la Banda Oriental, entre otros.
Finalmente, cuando San Martín llamaba a terminar definitivamente con el vínculo colonial, una comisión de diputados, integrada por Gascón, Sánchez de Bustamante y Serrano, propuso un temario de las tareas que debía acometer el Congreso, conocido como “Plan de materias de primera y preferente atención para las discusiones y deliberaciones del Soberano Congreso”, que a continuación se reproduce:
El 9 de julio de 1816, el mismo día en que se aprobó el temario, se resolvió considerar como primer punto el tema de la libertad e independencia de las Provincias Unidas. Presidía la sesión el diputado por San Juan, Juan Francisco Narciso de Laprida.
El secretario Juan José Paso leyó la propuesta: preguntó a los congresales "si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli". Los diputados aprobaron por aclamación y luego, uno a uno expresaron su voto afirmativo. Acto seguido, firmaron el Acta de la Independencia.

Afuera, el pueblo celebraba. Terminada la sesión, se realizaron diversos festejos públicos.
El 19 de julio, en sesión pública, quedó acordada la fórmula del juramento que debían prestar los diputados y las instituciones:
"Juráis por Dios Nuestro Señor y esta señal de cruz, promover y defender la libertad de las provincias unidas en Sud América, y su independencia del Rey de España Fernando VII, sus sucesores y metrópoli, y toda otra dominación extranjera?
¿Juráis a Dios Nuestro Señor y prometéis a la patria, el sostén de estos derechos hasta con la vida, haberes y fama?
Si así lo hiciereis Dios os ayude, y si no, El y la Patria os hagan cargo".

El mismo día, en sesión secreta, el diputado Medrano pidió que de pasarse al Ejército el Acta de la Independencia y la fórmula del juramento, se agregase:
"y de toda otra dominación extranjera".
expresión que no figuraba en el texto aprobado originalmente en la sesión pública. Esto se hizo debido al rumor de que el Director y el Congreso se disponían a entregar el país a los portugueses.
El 21 de julio la Independencia fue jurada en la sala de sesiones por los miembros del Congreso, en presencia del gobernador, el general Belgrano, el clero, las comunidades religiosas y demás corporaciones. El acta de la Independencia Fue firmada por todos los congresales que la declararon. Se tradujo al quechua y al aymará para que la conocieran las poblaciones indígenas. 

ACTA DE LA INDEPENDENCIA DE LAS PROVINCIAS UNIDAS EN SUDAMERICA
En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán, a los nueve días del mes de julio de mil ochocientos diez y seis, terminada la sesión ordinaria, el Congreso de las Provincias Unidas continuó sus anteriores discusiones sobre el grande, augusto, y sagrado objeto de la independencia de los pueblos que lo forman.
Era universal, constante y decidido el clamor del territorio entero por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España.
Los representantes, sin embargo, consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte suya, la de los pueblos representados y la de toda la posteridad. A su término fueron preguntados si querían que las provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli. Aclamaron primero, llenos del santo ardor de la justicia, y uno a uno reiteraron sucesivamente su unánime voto por la independencia del país, fijando en su virtud la determinación siguiente:
“Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en Congreso General, invocando al Eterno que preside al universo, en el nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia, que regla nuestros votos, declaramos solemnemente a la faz de la tierra que, es voluntad unánime e indudable de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli.
Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas y cada una de ellas así lo publican, declaran y ratifican, comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas, haberes y fama.
Comuníquese a quienes corresponda para su publicación, y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración”.
”Dada en la sala de sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con el sello del congreso y refrendada por nuestros diputados secretarios.
– Francisco Narciso de Laprida, presidente.
–Mariano Boedo, vice-presidente, diputado por Salta.
–Dr. Antonio Sáenz, diputado por Buenos Aires.
– Dr. José Darregueyra, diputado por Buenos Aires.
– Dr. Fray Cayetano José Rodríguez, diputado por Buenos Aires.
– Dr. Pedro Medrano, diputado por Buenos Aires.
– Dr. Manuel Acevedo, diputado por Catamarca.
– Dr. José Ignacio de Gorriti, diputado por Salta.
– Dr. José Andrés Pacheco Melo, diputado por Chichas.
– Dr. Teodoro Sánchez de Bustamante, diputado por la ciudad y territorio de Jujuy.
– Eduardo Pérez Bulnes, diputado por Córdoba.
– Tomás Godoy Cruz, diputado por Mendoza.
– Dr. Pedro Miguel Aráoz, diputado por la capital del Tucumán.
– Dr. Esteban Agustín Gazcón, diputado por Buenos Aires.
– Pedro Francisco de Uriarte, diputado por Santiago del Estero.
– Pedro León Gallo, diputado por Santiago del Estero.
– Pedro Ignacio Ribera, diputado de Mizque.
– Dr. Mariano Sánchez de Loria, diputado por Charcas.
– Dr. José Severo Malabia, diputado por Charcas.
– Dr. Pedro Ignacio de Castro Barros, diputado por La Rioja.
– L. Jerónimo Salguero de Cabrera, diputado por Córdoba.
– Dr. José Colombres, diputado por Catamarca.
– Dr. José Ignacio Thames, diputado por Tucumán.
– Fray Justo Santa María de Oro, diputado por San Juan.
– José Antonio Cabrera, diputado por Córdoba.
– Dr. Juan Agustín Maza, diputado por Mendoza.
– Tomás Manuel de Anchorena, diputado de Buenos Aires.
– José Mariano Serrano, diputado por Charcas, Secretario.
– Juan José Paso, diputado por Buenos Aires, Secretario”.

Informe del alumno: Florencio Duarte
Extraído de: Offnews.info - Argentina