miércoles, 20 de junio de 2018

Feliz día de la Bandera... y que amemos nuestro país con emoción (Fabián Amati)

Alta en el cielo  dicen las primeras palabras de tu himno
y sin lugar a dudas, para todos los que nacimos en este suelo
es donde te queremos ver.
Y si no, podríamos preguntárselo a nuestros próceres
o a los chicos de Malvinas que dejaron hasta la última gota de sangre para defender tus colores.
¿Colores dije? celeste como el cielo y blanco como la pureza, algo tan difícil de alcanzar y que te hicieron mucho más grande aún.
Tendría tantas cosas para decir que no terminaría nunca y podría llegar a correr el riesgo de aburrir, así que voy a terminar con estas palabras:
Me siento orgulloso de haber nacido bajo tu abrigo y me permito jurar honrarte desde mi lugar para que permanezcas como dicen las primeras palabras de tu himno, alta en el cielo.
¡¡Feliz día bandera de mi Patria!!

Rubén Pardo 

 Aurora (canción a la bandera argentina
El aria "Alta en el cielo" ó "Canción/Oración a la Bandera", perteneciente a la ópera Aurora del compositor y director argentino Héctor Panizza, es utilizada en Argentina como canción de saludo a la bandera.
https://youtu.be/KpTggP4GRgM

20 de junio - DÍA DE LA BANDERA

El 20 de junio de 1820 moría Manuel Belgrano en la pobreza extrema, en una Buenos Aires asolada por la guerra civil, que llegó a tener ese día tres gobernadores distintos. Sólo un diario, El Despertador Teofilantrópico se ocupó de la muerte del prócer. Para los demás no fue noticia.

Años antes, como premio por los triunfos de Tucumán y Salta, la Asamblea del Año XIII le había otorgado a Belgrano 40.000 pesos oro. Don Manuel lo destinaría a la construcción de cuatro escuelas públicas ubicadas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. Belgrano redactó además un moderno reglamento para estas escuelas que decía, por ejemplo, en su artículo primero que "el maestro de escuela debe ser bien remunerado por ser su tarea de las más importantes de las que se puedan ejercer".
Pero lamentablemente, el dinero donado por Belgrano fue destinado por el Triunvirato y los gobiernos sucesivos a otras cosas y las escuelas nunca se construyeron.
Además de ser el creador de la bandera, Belgrano fue uno de los más notables economistas argentinos, precursor del periodismo nacional, impulsor de la educación popular, la industria nacional y la justicia social, entre otras muchas cosas.
Las ideas innovadoras de Belgrano quedarán reflejadas en sus informes anuales del Consulado.

Hemos elegido para recordarlo en esta fecha una de sus preocupaciones centrales en materia económica: el fomento de la agricultura y de la industria.
Belgrano desconfiaba de la riqueza fácil que prometía la ganadería porque daba trabajo a muy poca gente, no desarrollaba la inventiva, desalentaba el crecimiento de la población y concentraba la riqueza en pocas manos. Su obsesión era el fomento de la agricultura y la industria.
El secretario del Consulado proponía proteger mediante la subvención las artesanías e industrias locales. Consideraba que “la importación de mercancías que impiden el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas, lleva tras sí necesariamente la ruina de una nación”.
En "Memoria al Consulado 1802", presentó todo un alegato industrialista: "Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su empeño es conseguir, no sólo darles nueva forma, sino aun atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo. Y después venderlas".
Y más tarde insistiría: "Ni la agricultura ni el comercio serían casi en ningún caso suficientes para conseguir la felicidad de un pueblo si no entrase a su socorro la oficiosa industria".
Las ideas innovadoras de Belgrano encontraron la firme oposición de los miembros del Consulado, quienes eran a su juicio “todos comerciantes españoles, exceptuando uno que otro, que nada sabían más que su comercio monopolista, a saber: comprar por cuatro para vender con toda seguridad a ocho”.
En un artículo aparecido en el Correo de Comercio, Belgrano destacaba la imperiosa necesidad de formar un sólido mercado interno, necesario para una distribución equitativa de la riqueza: "El amor a la patria y nuestras obligaciones exigen de nosotros que dirijamos nuestros cuidados y erogaciones a los objetos importantes de la agricultura e industria por medio del comercio interno para enriquecerse, enriqueciendo a la patria porque mal puede ésta salir del estado de miseria si no se da valor a los objetos de cambio".
"Sólo el comercio interno es capaz de proporcionar ese valor a los predichos objetos, aumentando los capitales y con ellos el fondo de la Nación, porque buscando y facilitando los medios de darles consumo, los mantiene en un precio ventajoso, tanto para el creador como para el consumidor, de lo que resulta el aumento de los trabajos útiles, en seguida la abundancia, la comodidad y la población como una consecuencia forzosa".

Belgrano se había formado en el Colegio de San Carlos y luego en las Universidades de Salamanca y Valladolid, en España. En 1794, asumió como primer secretario del recientemente creado Consulado, desde donde se propuso fomentar la educación. Creó Escuelas de Dibujo, de Matemáticas y Náutica. Se incorporó a las milicias criollas para defender la ciudad durante las invasiones inglesas y fue uno de los más fervorosos defensores de la causa patriota durante la Revolución de Mayo. Fue vocal de la Primera Junta de Gobierno, encabezó la expedición al Paraguay, durante la cual creó la bandera, el 27 de febrero de 1812. En el Norte encabezó el heroico éxodo del pueblo jujeño y logró las grandes victorias de Tucumán, Salta y Las Piedras. Luego vendrían las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma y su retiro del ejército del Norte. En 1816 participó activamente en el Congreso de Tucumán.
Sus incansables preocupaciones abarcaron desde la enseñanza estatal gratuita y obligatoria, hasta la reforma agraria. Infatigable ante los obstáculos encontrados a su paso diría:
"Mi ánimo se abatió, y conocí que nada se haría a favor de las provincias por unos hombres que por sus intereses particulares posponían el bien común. Sin embargo, (…) me propuse echar las semillas que algún día fuesen capaces de dar frutos".

Autor: Felipe Pigna
“Los Mitos de la Historia Argentina”, Buenos Aires, Norma. 2004.

domingo, 3 de junio de 2018

El gigante egoísta

Cada tarde, a la salida de la escuela, los niños se iban a jugar al jardín del Gigante. Era un jardín amplio y hermoso, con arbustos de flores y cubierto de césped verde y suave. Por aquí y por allá, entre la hierba, se abrían flores luminosas como estrellas, y había doce albaricoqueros que durante la Primavera se cubrían con delicadas flores color rosa y nácar, y al llegar el Otoño se cargaban de ricos frutos aterciopelados. Los pájaros se demoraban en el ramaje de los árboles, y cantaban con tanta dulzura, que los niños dejaban de jugar para escuchar sus trinos.
—¡Qué felices somos aquí! —se decían unos a otros.
Pero un día el Gigante regresó. Había ido de visita donde su amigo el Ogro de Cornish, y se había quedado con él durante los últimos siete años. Durante ese tiempo ya se habían dicho todo lo que se tenían que decir, pues su conversación era limitada, y el Gigante sintió el deseo de volver a su mansión. Al llegar, lo primero que vio fue a los niños jugando en el jardín.
—¿Qué hacen aquí? —surgió con su voz retumbante.
Los niños escaparon corriendo en desbandada.
-Este jardín es mío. Es mi jardín propio —dijo el Gigante—; todo el mundo debe entender eso y no dejaré que nadie se meta a jugar aquí.
Y de inmediato, alzó una pared muy alta, y en la puerta puso un cartel que decía:
PROHIBIDA LA ENTRADA
BAJO PENA DE LEY
Era un Gigante egoísta...
Los pobres niños se quedaron sin tener donde jugar. Hicieron la prueba de ir a jugar en la carretera, pero estaba llena de polvo, estaba plagada de pedruscos, y no les gustó. A menudo rondaban alrededor del muro que ocultaba el jardín del Gigante y recordaban nostálgicamente lo que había detrás.
—¡Qué dichosos éramos allí! —se decían unos a otros.
Cuando la Primavera volvió, toda la comarca se pobló de pájaros y flores. Sin embargo, en el jardín del Gigante Egoísta permanecía el Invierno todavía. Como no había niños, los pájaros no cantaban, y los árboles se olvidaron de florecer. Sólo una vez una lindísima flor se asomó entre la hierba, pero apenas vio el cartel, se sintió tan triste por los niños, que volvió a meterse bajo tierra y volvió a quedarse dormida.
Los únicos que ahí se sentían a gusto, eran la Nieve y la Escarcha.
—La Primavera se olvidó de este jardín —se dijeron—, así que nos quedaremos aquí todo el resto del año.
La Nieve cubrió la tierra con su gran manto blanco y la Escarcha cubrió de plata los árboles. Y en seguida invitaron a su triste amigo el Viento del Norte para que pasara con ellos el resto de la temporada. Y llegó el Viento del Norte. Venía envuelto en pieles y anduvo rugiendo por el jardín durante todo el día, desganchando las plantas y derribando las chimeneas.
—¡Qué lugar más agradable! —dijo—. Tenemos que decirle al Granizo que venga a estar con nosotros también.
Y vino el Granizo también. Todos los días se pasaba tres horas tamborileando en los tejados de la mansión, hasta que rompió la mayor parte de las tejas. Después se ponía a dar vueltas alrededor, corriendo lo más rápido que podía. Se vestía de gris y su aliento era como el hielo.
—No entiendo por qué la Primavera se demora tanto en llegar aquí— decía el Gigante Egoísta cuando se asomaba a la ventana y veía su jardín cubierto de gris y blanco, espero que pronto cambie el tiempo.
Pero la Primavera no llegó nunca, ni tampoco el Verano. El Otoño dio frutos dorados en todos los jardines, pero al jardín del Gigante no le dio ninguno.
 —Es un gigante demasiado egoísta—decían los frutales.
 De esta manera, el jardín del Gigante quedó para siempre sumido en el Invierno, y el Viento del Norte y el Granizo y la Escarcha y la Nieve bailoteaban lúgubremente entre los árboles.
 Una mañana, el Gigante estaba en la cama todavía cuando oyó que una música muy hermosa llegaba desde afuera. Sonaba tan dulce en sus oídos, que pensó que tenía que ser el rey de los elfos que pasaba por allí. En realidad, era sólo un jilguerito que estaba cantando frente a su ventana, pero hacía tanto tiempo que el Gigante no escuchaba cantar ni un pájaro en su jardín, que le pareció escuchar la música más bella del mundo. Entonces el Granizo detuvo su danza, y el Viento del Norte dejó de rugir y un perfume delicioso penetró por entre las persianas abiertas.
 —¡Qué bueno! Parece que al fin llegó la Primavera —dijo el Gigante y saltó de la cama para correr a la ventana.
¿Y qué es lo que vio?
 Ante sus ojos había un espectáculo maravilloso. A través de una brecha del muro habían entrado los niños, y se habían trepado a los árboles. En cada árbol había un niño, y los árboles estaban tan felices de tenerlos nuevamente con ellos, que se habían cubierto de flores y balanceaban suavemente sus ramas sobre sus cabecitas infantiles. Los pájaros revoloteaban cantando alrededor de ellos, y los pequeños reían. Era realmente un espectáculo muy bello. Sólo en un rincón el Invierno reinaba. Era el rincón más apartado del jardín y en él se encontraba un niñito. Pero era tan pequeñín que no lograba alcanzar a las ramas del árbol, y el niño daba vueltas alrededor del viejo tronco llorando amargamente. El pobre árbol estaba todavía completamente cubierto de escarcha y nieve, y el Viento del Norte soplaba y rugía sobre él, sacudiéndole las ramas que parecían a punto de quebrarse.
—¡Sube a mí, niñito! —decía el árbol, inclinando sus ramas todo lo que podía. Pero el niño era demasiado pequeño.
El Gigante sintió que el corazón se le derretía.
—¡Cuán egoísta he sido! —exclamó—. Ahora sé por qué la Primavera no quería venir hasta aquí. Subiré a ese pobre niñito al árbol y después voy a botar el muro. Desde hoy mi jardín será para siempre un lugar de juegos para los niños.
Estaba de veras arrepentido por lo que había hecho.
Bajó entonces la escalera, abrió cautelosamente la puerta de la casa, y entró en el jardín. Pero en cuanto lo vieron los niños se aterrorizaron, salieron a escape y el jardín quedó en Invierno otra vez. Sólo aquel pequeñín del rincón más alejado no escapó, porque tenía los ojos tan llenos de lágrimas que no vio venir al Gigante. Entonces el Gigante se le acercó por detrás, lo tomó gentilmente entre sus manos, y lo subió al árbol. Y el árbol floreció de repente, y los pájaros vinieron a cantar en sus ramas, y el niño abrazó el cuello del Gigante y lo besó. Y los otros niños, cuando vieron que el Gigante ya no era malo, volvieron corriendo alegremente. Con ellos la Primavera regresó al jardín.
—Desde ahora el jardín será para ustedes, hijos míos —dijo el Gigante, y tomando un hacha enorme, echó abajo el muro.
Al mediodía, cuando la gente se dirigía al mercado, todos pudieron ver al Gigante jugando con los niños en el jardín más hermoso que habían visto jamás.
Estuvieron allí jugando todo el día, y al llegar la noche los niños fueron a despedirse del Gigante.
—Pero, ¿dónde está el más pequeñito? —preguntó el Gigante—, ¿ese niño que subí al árbol del rincón?
El Gigante lo quería más que a los otros, porque el pequeño le había dado un beso.
—No lo sabemos —respondieron los niños—, se marchó solito.
—Díganle que vuelva mañana —dijo el Gigante.
Pero los niños contestaron que no sabían donde vivía y que nunca lo habían visto antes. Y el Gigante se quedó muy triste.
Todas las tardes al salir de la escuela los niños iban a jugar con el Gigante. Pero al más chiquito, a ese que el Gigante más quería, no lo volvieron a ver nunca más. El Gigante era muy bueno con todos los niños pero echaba de menos a su primer amiguito y muy a menudo se acordaba de él.
—¡Cómo me gustaría volverle a ver! —repetía.
Fueron pasando los años, y el Gigante se puso viejo y sus fuerzas se debilitaron. Ya no podía jugar; pero, sentado en un enorme sillón, miraba jugar a los niños y admiraba su jardín.
—Tengo muchas flores hermosas —se decía—, pero los niños son las flores más hermosas de todas.
Una mañana de Invierno, miró por la ventana mientras se vestía. Ya no odiaba el Invierno pues sabía que el Invierno era simplemente la Primavera dormida, y que las flores estaban descansando.
Sin embargo, de pronto se restregó los ojos, maravillado y miró, miró…
      Era realmente maravilloso lo que estaba viendo. En el rincón más lejano del jardín, había un árbol cubierto por completo de flores blancas. Todas sus ramas eran doradas, y de ellas colgaban frutos de plata. Debajo del árbol estaba parado el pequeñito a quien tanto había echado de menos.
Lleno de alegría el Gigante bajó corriendo las escaleras y entró en el jardín. Pero cuando llegó junto al niño su rostro enrojeció de ira, y dijo:
—¿Quién se ha atrevido a hacerte daño?
Porque en la palma de las manos del niño había huellas de clavos, y también había huellas de clavos en sus pies.
—¿Pero, quién se atrevió a herirte? —gritó el Gigante—. Dímelo, para tomar la espada y matarlo.
—¡No! —respondió el niño—. Estas son las heridas del Amor.
—¿Quién eres tú, mi pequeño niñito? —preguntó el Gigante, y un extraño temor lo invadió, y cayó de rodillas ante el pequeño.
Entonces el niño sonrió al Gigante, y le dijo:
—Una vez tú me dejaste jugar en tu jardín; hoy jugarás conmigo en el jardín mío, que es el Paraíso.
Y cuando los niños llegaron  esa tarde encontraron al Gigante muerto debajo del árbol. Parecía dormir, y estaba entero cubierto de flores blancas.

Oscar Wilde (Irlanda, 1854 - Francia, 1900)

HIDROCEFALIA CRÓNICA DEL ADULTO

¿QUÉ ES LA HIDROCEFALIA?
El líquido cefalo-raquídeo (LCR) rodea el cerebro y la médula espinal. Cuando se bloquea su circulación, se acumula, causando aumento de tamaño de los ventrículos (cavidades dentro del cerebro) y aumento de la presión en interior de la cabeza y dando lugar a la hidrocefalia.

¿QUÉ ES LA HIDROCEFALIA CRÓNICA DEL ADULTO (HCA)?
Es una forma de hidrocefalia típica de personas mayores que se acompaña de trastornos de la marcha, demencia y problemas del control del esfínter urinario.

¿CUÁLES SON SUS CAUSAS?
La mayoría de los casos son de causa desconocida, pero puede presentarse tras accidentes de tráfico, intervenciones quirúrgicas en la cabeza, hemorragia subaracnoidea, tumores, quistes, hematomas subdurales, meningitis y otras infecciones del cerebro.

¿CUÁLES SON SUS SÍNTOMAS?
Se caracteriza por una tríada de síntomas: trastornos de la marcha, demencia y problemas del control del esfínter urinario. Estos síntomas pueden no estar todos presentes o no hacerlo al mismo tiempo.
Trastornos de la marcha: la marcha es a pasos cortos y arrastrando los pies, con problemas al darse la vuelta o subir escaleras y caídas frecuentes. El trastorno de la marcha suele ser el primer síntoma en aparecer y, además, el más manifiesto.
Desorientación en el tiempo y el espacio con pérdida de memoria reciente
 Demencia: con pérdida de la memoria reciente, desinterés por las actividades diarias, o dificultades para llevar a cabo tareas cotidianas. Los síntomas cognitivos asociados con HCA normalmente son menos severos que los de otras causas de demencia, y con frecuencia se atribuyen al deterioro normal secundario a la edad.

Urgencia miccional
Problemas del control del esfínter vesical. Suelen consistir en urgencia miccional durante el día e incontinencia urinaria en la cama durante la noche. La pérdida completa del control del esfínter vesical puede ocurrir en los casos más evolucionados. La urgencia miccional consiste en que cuando el enfermo siente ganas de orinar no puede aguantar y si no va al baño inmediatamente acaba por orinarse encima.

Los síntomas de hidrocefalia crónica del adulto se asemejan a los de otras enfermedades del anciano, haciendo posible la confusión. Cualquier tipo de demencia senil o pre-senil puede asociarse con atrofia cerebral. En la enfermedad de Parkinson existen trastornos de la marcha y demencia, pero no tiene porque haber agrandamiento de los ventrículos. En caso de estenosis del canal raquídeo la médula espinal se ve comprimida y suele provocar trastornos de la marcha e incontinencia urinaria.

¿CÓMO SE DIAGNOSTICA LA HCA?
Exámenes clínicos:
•Análisis del trastorno de la marcha.
•Evaluación de los trastornos cognitivos.
•Presencia o no de urgencia miccional o incontinencia urinaria.
Estudios de neuroimagen:
•RM o resonancia magnética: puede analizar la dilatación de los ventrículos, la circulación del LCR y el tejido nervioso circundante. Es la prueba de elección, excepto en portadores de marcapasos cardíacos o de ciertos implantes metálicos, en quienes se debe utilizar la CT.
•CT o scanner es más rápido pero la calidad de las imágenes es inferior a las de la RM.

Tests para valorar el posible resultado ante la implantación de una derivación:
•Punción lumbar evacuadora. Permite medir la presión del LCR (Líquido cefalorraquídeo) y el análisis del mismo. Con una aguja se extraen unos 50cc de LCR de la región lumbar. Si los síntomas mejoran (aunque solo durante unos días) es previsible que el tratamiento quirúrgico tenga éxito. Cuando el resultado es dudoso se requiere de otros estudios.
•Drenaje lumbar externo. Se inserta un catéter en la región lumbar, drenándose LCR de forma intermitente o continua durante varios días, imitando el efecto de la operación.
•Resistencia al drenaje de LCR. A través de una punción lumbar se inyecta suero y se mide la presión para ver la resistencia a la absorción. Si la resistencia es alta es que se necesita una derivación.
•Medición de la presión intracraneal. Se inserta a través del cráneo un sensor en el cerebro o en los ventrículos. Puede mostrar ondas de presión anómalas así como presión baja o alta.
•Cisternografía isotópica. Se inyecta un isótopo radiactivo a través de una punción lumbar para ver la absorción del LCR. Raramente se utiliza hoy día.

TRATAMIENTO
El tratamiento es la implantación quirúrgica de una derivación, un dispositivo que desvía el exceso de LCR fuera del cerebro a otra parte del cuerpo dónde puede absorberse. Las derivaciones constan de tres componentes:
1) un catéter proximal que se introduce dentro del ventrículo cerebral o del canal raquídeo lumbar;
2) una válvula que controla el drenaje de LCR, y
3) un catéter distal para drenar el exceso de LCR a otra parte del organismo, normalmente la cavidad peritoneal (abdomen) (derivación ventrículo-peritoneal)
El catéter distal también puede introducirse en una vena hasta llegar al corazón (derivación ventrículo-atrial)
En la derivación lumbo-peritoneal se inserta un catéter en la región lumbar y se pasa por debajo de la piel hasta llegar al abdomen e insertarlo en la cavidad peritoneal.

¿QUIÉN DEBE SER INTERVENIDO?
Se han propuesto muchos tests, pero, ninguno es completamente fiable para predecir el éxito después de la implantación de la derivación. Se asocian con una buena respuesta ante la derivación:
•Trastorno de la marcha como primer síntoma y el más prominente.
•Causa conocida para hidrocefalia crónica del adulto, como trauma o hemorragia.
•Tamaño ventricular mayor que el LCR en el espacio subaracnoideo.
•Mejoría dramática de los síntomas tras punción lumbar evacuadora.
•Presión alta o con patrón anormal o una indebida resistencia a la reabsorción del LCR.
Algunos pacientes con hidrocefalia crónica del adulto presentan, además, otras enfermedades que pueden alterar la respuesta ante los tratamientos.

¿CÓMO ES DE ESPERAR QUE MEJORE EL PACIENTE?
Como regla general cuanto más temprano es el diagnóstico mayor probabilidad de éxito existe.
Los trastornos de la marcha, la demencia y los problemas del control de la orina suelen mejorar en unos días, pero a veces pueden necesitar días o incluso meses. La reaparición de los síntomas en un paciente que había mejorado tras una derivación debe hacernos pensar en que pueda haber problemas con el funcionamiento de la derivación .
La coexistencia de otras enfermedades también puede influir en el resultado. Si el paciente presenta infartos cerebrales múltiples, la enfermedad de Parkinson o mielopatía cervical, parte de los síntomas quizás nunca lleguen a mejorar.

COMPLICACIONES Y RIESGOS
Son mayores en los pacientes de más edad, en parte debido a otras enfermedades coexistentes. La obstrucción de la derivación se sospecha cuando reaparecen los síntomas trás un tratamiento exitoso. Otras complicaciones: infección de la herida, de la derivación o del LCR (meningitis); sangrando en el cerebro o ventrículos; crisis epilépticas y hematoma subdural. Este último es un coágulo de sangre entre el cerebro y el cráneo, que al comprimir el cerebro provoca dolor de cabeza, parálisis, coma o incluso la muerte dependiendo de su tamaño.

Dr. Vicente Vanaclocha - Clínica Neuros - Hospital 9 de Octubre.
Valencia - España.

Canción del jangadero

Canta: Victoria Birchner
Grabado y mezclado en EL ZORRO AZUL, Lucas Ferrarini.
Rosario - Marzo, 2015.
https://youtu.be/_uUwMvWmN1M

“Una mala persona no llega nunca a ser buen profesional"

Afirma el padre de las inteligencias múltiples Howard Gardner
(entrevista concedida al diario español La Vanguardia)

En esta entrevista, Gardner nos brindó reflexiones muy interesantes y, con ello, nos ofreció la posibilidad de madurar una idea que es el reflejo de una verdad demoledora. Solo las buenas personas pueden llegar a ser excelentes profesionales.
Las malas personas, por su parte, no pueden llegar a serlo nunca, aunque es cierto que pueden llegar a alcanzar una gran pericia técnica.
Esto nos lleva a pensar en la posibilidad de categorizar a las personas en buenas o malas. Realmente esta distinción nos parece ficticia, pues los seres humanos no respondemos a una dicotomía, sino que somos una amalgama de cualidades que, por supuesto, podemos entender como buenas o malas.

La bondad y el equilibrio, base de un buen profesional
Debe haber un equilibrio entre el compromiso, la ética y la excelencia para llegar a ser un buen profesional. Digamos que para “ser realmente bueno” hay que ponerle alma, emociones, sentimientos y cordura a nuestro trabajo.
En este sentido, este fragmento de la entrevista a Howard Gardner no tiene desperdicio, pues se refleja la gran sensatez que ajusta sus palabras:

-Entrevistador: ¿Por qué hay excelentes profesionales que son malas personas?
-Howard: Descubrimos que no los hay. En realidad, las malas personas no pueden ser profesionales excelentes. No llegan a serlo nunca. Tal vez tengan pericia técnica, pero no son excelentes.

-Entrevistador: A mí se me ocurren algunas excepciones…
-Howard: Lo que hemos comprobado es que los mejores profesionales son siempre "E.C.E": excelentes, comprometidos y éticos.

-Entrevistador: ¿No puedes ser excelente como profesional pero un mal bicho como persona?
-Howard: No, porque no alcanzas la excelencia si no vas más allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia. Si no te comprometes, por tanto, con objetivos que van más allá de tus necesidades para servir las de todos. Y eso exige ética.

-Entrevistador: Para hacerte rico, a menudo estorba.
-Howard: Pero sin principios éticos puedes llegar a ser rico, sí, o técnicamente bueno, pero no excelente.

-Entrevistador: Resulta tranquilizador saberlo.
-Howard: Hoy no tanto, porque también hemos descubierto que los jóvenes aceptan la necesidad de ética, pero no al iniciar la carrera, porque creen que sin dar codazos no triunfarán. Ven la ética como el lujo de quienes ya han logrado el éxito.

La importancia de ser, ante todo, un alma humana
“Conozca todas las teorías. Domine todas las técnicas, pero al tocar un alma humana sea apenas otra alma humana”. Estas son palabras del emblemático psicoanalista Carl Gustav Jung, palabras que esconden una certera realidad.
Es importante que antes que profesionales seamos personas, realmente eso es lo que aporta el equilibrio en el desarrollo de nuestras cualidades profesionales. No podemos desligarnos de nosotros mismos; o sea, en cierto modo no podemos disociar nuestra vida interior de nuestra vida profesional.
Hablamos de esencia, de esas cualidades que nos ayudan a no perdernos entre las personas, a conocernos y desconocernos, a transformarnos a través de las lecciones, a tener un corazón hermoso, a mejorarnos cada día y a contemplarnos como un arcoiris de colores. Porque, además, si algo tenemos que tener presente es que las personas a veces somos blanco, a veces negro y a veces de mil colores. Equilibrando la balanza hacia lo positivo es como lograremos ser más que un buen profesional, también lograremos la excelencia en los distintos ámbitos de nuestra vida.

Fuente: http://www.despiertacultura.com/