sábado, 8 de octubre de 2016

CATEDRAL DE COLONIA, (ALEMANIA).

Catedral de Colonia, una edificación que atesora reliquias mágicas

Desde Deutz se la ve como la gran mole que es. La vista a través del río Rin es una inmejorable postal del lugar más visitado de Alemania. Mientras Mathias me explicaba un sinfín de cuestiones que tienen que ver con el desarrollo y crecimiento de la ciudad, le prestaba realmente poca atención ya que no podía dejar de admirar uno de los edificios más emblemáticos del país: la Catedral de Colonia.
Su nombre completo es Iglesia Catedral de San Pedro, una de las más grandes del mundo y que, sorprendentemente, tomó cientos y cientos de años completarse. Comenzó a construirse en el siglo XIII, allá por el año 1248, y la obra siguió casi ininterrumpidamente hasta casi finales del siglo XV, cuando se suspendieron los trabajos y quedó inconclusa por más de 400 años, cuando de manera fortuita se encontraron los planos originales y se decidió completar el trabajo comenzado siglos y edades atrás. Con Mathias ya habíamos comenzado nuevamente nuestra caminata a lo largo del río Rin para cruzar nuevamente hacia el Aldstadt, en el centro de la ciudad, y nuestra charla vagaba por la importancia de este curso de agua europeo que conecta importantes ciudades y países, es una de las cuencas industriales más importantes del mundo y es una frontera natural entre Francia y Alemania. Nuestro derrotero y charla fluía libremente sin parar y recorriendo una ruta que, si bien no era incierta, resultaba aleatoria para cruzar el río. Entre muchos de los cuentos, anécdotas e historias, una de las que más se destaca tiene que ver con uno de los productos más vendidos en el mundo y de uso cotidiano: la famosa Agua de Colonia. Sí, de aquí proviene este perfume creado por un inmigrante italiano en el siglo XVIII, el cual, hoy en día, se ha transformado en uno de los íconos de la ciudad. Esta charla ya nos había llevado al otro lado del río y nos movíamos por el centro histórico de la ciudad, lentamente y admirando los edificios, en su gran mayoría reconstruidos después de la Segunda Guerra Mundial. La Hohe Strasse o Calle Alta desde tiempos romanos fue la calle principal de la ciudad, y ese día lo demostraba en todo su esplendor: tiendas, negocios, panaderías, restaurantes y bares (siendo Colonia la ciudad con más bares por ciudadanos de toda Alemania) repletos de alegres personas que disfrutaban de la reciente finalización del invierno, vistiendo livianos hábitos, acostumbrados al frío que todavía venía del Norte, mientras yo había decidido, por suerte, llevar una campera que no me salvaba de tiritar un poco cuando soplaba una ráfaga más fuerte de lo habitual. Ya estábamos a poco más de una centena de metros de la Catedral y Mathias había prometido que me iba a sorprender. "Hay algo que tiene este lugar, me contaba, difícil de explicar. Ha sido durante tanto tiempo un punto de referencia urbano, un foco de estudio y un refugio para muchos. Puedo asegurar, seguía reflexionando, que Colonia es la Catedral y la Catedral es Colonia, porque durante casi mil años, la historia de una es la historia de la otra." Y fue así. Ante mí se alzó esta mole gótica, con sus torres en espiral subiendo 157 metros al cielo, con sus ventanas y arbotantes, la campana de San Pedro (que pesa 24 toneladas) y una última y simpática sorpresa que automáticamente me llevó a los tiempos de mi niñez: las reliquias de los Reyes Magos, supuestamente traídas aquí por Federico I Barbarroja. Así que no hice más que entrar y me perdí en sus inmensas naves centrales.

Notta de Iván de Pineda. LA NACION
8 de octubre de 2016

(Procesado por Jorge Luis Icardi...)

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