Preceptos del Club Privado 34 1. “Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos”. 2. “Escucho y olvido. Veo y recuerdo. Hago y entiendo”. 3. “Aquel que procura asegurar el bienestar ajeno, ya tiene asegurado el propio”. 4. “Los vicios vienen como los pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos”. 5. “La ignorancia es la noche de la mente, pero una noche sin luna ni estrellas”.
domingo, 31 de octubre de 2021
Biografía de Pablo Neruda
jueves, 28 de octubre de 2021
Biografía de Sandro
Receta de Frapuccino, ¡Muy fácil y liviano!
¡Buenas tardes a todos y a todas!
Se vienen unos días de calor muy intenso y dan ganas de preparar cosas frescas, ¿Verdad? Si ese es el caso, te invitamos a leer y preparar la siguiente receta para una infusión a base de pocos ingredientes, sin azúcar refinada y saciante.
¿De qué se trata? ¡De un Frapuccino, claro!
Antes de comenzar, cabe aclarar la importancia de revisar los ingredientes con los que está fabricado el café instantáneo que usaremos en nuestra preparación, en pos de evitar azúcares ocultos que suelen venir en dicho producto.
Ahora sí, ¡Comencemos por los ingredientes!
- 2 (Dos) cucharaditas de café instantáneo sin azúcar.
- 1 (Uno) sobrecito de edulcorante en polvo.
- Hielo
- 3/4 de vaso de leche descremada o vegetal.
¿Cuál es el procedimiento?
¡Sencillo! Sólo se deben colocar todos los ingredientes en el orden que los fuiste leyendo en una licuadora y procesar todo durante unos cinco minutos, ¡Nada más!
Eso sí, te daremos unas recomendaciones sobre el hielo que lleva esta bebida:
-Podés licuarlo con los demás ingredientes si tu licuadora o procesadora tiene la capacidad de resistir el hielo.
- En el caso de no contar con una licuadora de ssemejante capacidad, simplemente podés agregar el hielo después de batir todo.
- Si no te convence usar hielo común, podés llenar cubeteras con leche descremada o vegetal y llevarla al congelador o freezer que tengas, de ésta manera, la infusión quedará igual de fresca y sin aguarse.
¡Que disfrutes tu frapuccino!
RECETA: Lic. Belén Abaca, en Instagram como @nutritips.ba
Las recomendaciones sobre el hielo pertenecen a la autora de éste post, abstenerse a hacer comentarios sobre su gran conocimiento culinario.
Charly García
Charly García
(Carlos Alberto García Moreno; Buenos Aires, 23 de octubre
de 1951) Músico argentino, uno de los más reconocidos intérpretes y
compositores de rock y de rock progresivo de su país. A la temprana edad de
cuatro años ya tocaba el piano y a los doce recibió el diploma de concertista
de música clásica, lo que da cuenta de su extraordinario talento para la
música.
Charly García
Con catorce años formó su primer grupo, To Walk Spanish, en
donde interpretaba versiones de The Beatles y The Rolling Stones; más tarde
formó Sui Generis, junto a Nito Mestre y Carlos Piegari. Con este grupo editó
su primer disco, Vida, que salió a la venta en 1972. Tras éste vinieron
Confesiones de invierno (1973) e Instituciones (1974). Pero en 1975 el grupo se
disolvió.
Poco después formó PorSuiGieco, grupo de efímera vida que no
llegó a editar ningún disco. Y más tarde, en ese mismo año de 1975, lo intentó
con otra nueva banda, La máquina de hacer pájaros, grupo que lanzó al mercado
dos discos: La máquina de hacer pájaros y Películas, en los años 1976 y 1977,
respectivamente.
En 1978 Charly formó otra banda, Serú Girán; aunque no
obtuvo con ella gran popularidad, grabó cinco discos hasta el año 1982, año en
que este grupo dejó de existir y nuestro protagonista volvió a montar otra
formación, esta vez con Andrés Calamaro a los teclados. Con esta nueva banda
obtuvo por fin el reconocimiento popular, sobre todo a raíz de la edición de
Yendo de la cama al living. Era el tiempo de la Guerra de Las Malvinas, y las
nuevas canciones se presentaron en el estadio de Ferrocarril Oeste ante
veinticinco mil personas.
Un año más tarde, Charly García volvió a cambiar el personal
de la banda que le acompañaba; Calamaro, concretamente, fue sustituido por Fito
Páez en los teclados. El primer fruto de esta nueva formación fue Clics
modernos, al que siguió Piano Bar en 1984.
En 1986 comenzó una segunda etapa de la carrera musical de
García. Grabó su siguiente álbum, Tango, con un antiguo compañero de Serú
Girán, Pedro Aznar. Más tarde, se decidió a grabar definitivamente en
solitario, y fruto de este trabajo fue el elepé Parte de la religión, que vio
la luz en 1987, y en el que las colaboraciones de otros músicos brillaban por
su ausencia. Tras éste, se editó una recopilación de canciones (Cómo conseguir
chicas) que no habían salido a la luz en el momento en que habían sido creadas.
En 1991, de nuevo con Pedro Aznar, grabó Tango 4, y un año
más tarde volvieron a reunirse los integrantes de Serú Girán, reencuentro del
que nació Serú Girán ´92. En 1994 compuso una ópera-rock llamada La hija de la
lágrima. Un año más tarde volvió a la carga con Estaba en llamas cuando me
acosté y, en ese mismo año, grabó un unplugged para la MTV. Este disco marcó el
fin de otra etapa en la vida del prolífico músico argentino.
En 1996 editó Say no more, que fue lanzado al mercado desde
su propio sello discográfico, también llamado Say no more. El siguiente
lanzamiento de la compañía discográfica de García fue un proyecto llamado
Constant Concept, en el cual Mercedes Sosa interpretaba canciones del propio
Charly García. En 2004 recibió el premio Latino de Honor de la Academia de la
Música argentina.
Biografía de Julio Cortázar
Julio Cortázar
(Bruselas, 1914 -
París, 1984) Escritor argentino, una de las grandes figuras del llamado «boom»
de la literatura hispanoamericana, fenómeno editorial que, en la década de
1960, dio merecida proyección internacional a los narradores del continente.
Emparentado con
Borges como inteligentísimo cultivador del cuento fantástico, los relatos
breves de Cortázar se apartaron sin embargo de la alegoría metafísica para
indagar en las facetas inquietantes y enigmáticas de lo cotidiano, en una
búsqueda de la autenticidad y del sentido profundo de lo real que halló siempre
lejos del encorsetamiento de las creencias, patrones y rutinas establecidas. Su
afán renovador se manifiesta sobre todo en el estilo y en la subversión de los
géneros que se verifica en muchos de sus libros, de entre los cuales la novela
Rayuela (1963), con sus dos posibles órdenes de lectura, sobresale como su obra
maestra.
Biografía
Hijo de un
funcionario asignado a la embajada argentina en Bélgica, su nacimiento
coincidió con el inicio de la Primera Guerra Mundial, por lo que sus padres
permanecieron más de lo previsto en Europa. En 1918, a los cuatro años de edad,
Julio Cortázar se desplazó con ellos a Argentina, para radicarse en el suburbio
bonaerense de Banfield.
Tras completar
sus estudios primarios, siguió los de magisterio y letras y durante cinco años
fue maestro rural. Pasó más tarde a Buenos Aires, y en 1951 viajó a París con
una beca. Concluida ésta, su trabajo como traductor de la UNESCO le permitió
afincarse definitivamente en la capital francesa. Por entonces Julio Cortázar
ya había publicado en Buenos Aires el poemario Presencia con el seudónimo de
«Julio Denis», el poema dramático Los reyes y la primera de sus series de
relatos breves, Bestiario, en la que se advierte la profunda influencia de
Jorge Luis Borges.
En la década de
1960, Julio Cortázar se convirtió en una de las principales figuras del llamado
«boom» de la literatura hispanoamericana y disfrutó del reconocimiento
internacional. Su nombre se colocó al mismo nivel que el de los grandes
protagonistas del «boom»: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, los
mexicanos Juan Rulfo y Carlos Fuentes, los uruguayos Juan Carlos Onetti y Mario
Benedetti o sus compatriotas Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, entre otros. A
diferencia de Borges, Cortázar sumó a su sensibilidad artística su preocupación
social: se identificó con las clases marginadas y estuvo muy cerca de los
movimientos de izquierdas.
En este sentido,
su viaje a la Cuba de Fidel Castro en 1962 constituyó una experiencia decisiva
en su vida y el detonante de un radical cambio de actitud que influiría
profundamente en su vida y en su obra: el intelectual introvertido que había
sido hasta entonces devendrá activista político. Merced a su concienciación
social y política, en 1970 se desplazó a Chile para asistir a la ceremonia de toma
de posesión como presidente de Salvador Allende y, más tarde, a Nicaragua para
apoyar al movimiento sandinista. Como personaje público, Julio Cortázar
intervino con firmeza en la defensa de los derechos humanos, y fue uno de los
promotores y miembros más activos del Tribunal Russell.
Como parte de
este compromiso escribió numerosos artículos y libros, entre ellos Dossier
Chile: el libro negro, sobre los excesos del régimen del general Pinochet, y
Nicaragua, tan violentamente dulce, testimonio de la lucha sandinista contra la
dictadura de Anastasio Somoza, en el que incluyó el cuento Apocalipsis en
Solentiname y el poema Noticias para viajeros. Tres años antes de morir adoptó
la nacionalidad francesa, aunque sin renunciar a la argentina. Falleció en París
el 12 de febrero de 1984, poco después de enviudar de su segunda mujer, Carol
Dunlop.
La obra de Julio
Cortázar
La literatura de
Cortázar parte de un cuestionamiento vital, cercano a los planteamientos
existencialistas en la medida en que puede caracterizarse como una búsqueda de
la autenticidad, del sentido profundo de la vida y del mundo. Tal temática se
expresó en ocasiones en obras de marcado carácter experimental, que lo
convierten en uno de los mayores innovadores de la lengua y la narrativa en lengua
castellana.
Como en Jorge
Luis Borges, sus relatos ahondan en lo fantástico, aunque sin abandonar por
ello el referente de la realidad cotidiana: de hecho, la aparición de lo
fantástico en la vida cotidiana muestra precisamente la abismal complejidad de lo
"real". Para Cortázar, la realidad inmediata significa una vía de
acceso a otros registros de lo real, donde la plenitud de la vida alcanza
múltiples formulaciones. De ahí que su narrativa constituya un permanente
cuestionamiento de la razón y de los esquemas convencionales de pensamiento.
En la obra de
Cortázar, el instinto, el azar, el goce de los sentidos, el humor y el juego
terminan por identificarse con la escritura, que es a su vez la formulación del
existir en el mundo. Las rupturas de los órdenes cronológico y espacial sacan
al lector de su punto de vista convencional, proponiéndole diferentes
posibilidades de participación, de modo que el acto de la lectura es llamado a
completar el universo narrativo. Tales propuestas alcanzaron sus más acabadas
expresiones en las novelas, especialmente en Rayuela, considerada una de las
obras fundamentales de la literatura de lengua castellana, y en sus relatos
breves, donde, pese a su originalísimo estilo y su dominio inigualable del
ritmo narrativo, se mantuvo más cercano a la convenciones del género. Cabe
destacar, entre otros muchos cuentos, Casa tomada o Las babas del diablo, ambos
llevados al cine, y El perseguidor, cuyo protagonista evoca la figura del
saxofonista negro Charlie Parker.
Aunque su primer libro
fueron los poemas de Presencia (1938, firmados con el seudónimo de «Julio
Denis»), seguidos por Los reyes, una reconstrucción igualmente poética del mito
del Minotauro, esta etapa se considera en general la prehistoria cortazariana,
y suelen darse como inicio de su bibliografía los relatos que integraron
Bestiario (1951), publicados en la misma fecha en la que inició su exilio. A
esta tardía iniciación (se acercaba por entonces a los cuarenta años) suele
atribuirse la perfección de su obra, que desde esa entrega no contendrá un solo
texto que pueda considerarse menor.
Cabe señalar,
además, una singularidad inaugurada en simultáneo con esa entrega: las
sucesivas recopilaciones de relatos de Cortázar conservarían esa especie de
perfección estructural casi clasicista, dentro de los cánones del género. El
resto de su producción (novelas extraordinariamente rupturistas y textos
misceláneos) se aleja hasta tal punto de las convenciones genéricas que es
difícilmente clasificable. De hecho, buena parte de la crítica aprecia más su
faceta de cuentista impecable que la de prosista subversivo.
Los cuentos
En el ámbito del
cuento, Julio Cortázar es un exquisito cultivador del género fantástico, con
una singular capacidad para fusionar en sus relatos los mundos de la
imaginación y de lo cotidiano, obteniendo como resultado un producto altamente
inquietante. Ilustración de ello es, en Bestiario (1951), un cuento como
"Casa tomada", en el que una pareja de hermanos percibe cómo,
diariamente, su amplio caserón va siendo ocupado por presencias extrañas e
indefinibles que terminan provocando, primero, su confinamiento dentro de la
propia casa, y, más tarde, su expulsión definitiva.
Lo mismo podría
decirse a propósito de Las armas secretas (1959), entre cuyos cuentos destaca
"El perseguidor", que tiene por protagonista a un crítico de jazz que
ha escrito un libro sobre un célebre saxofonista borracho y drogadicto. Cuando
se dispone a preparar la segunda edición del mismo, Jonnhy, el saxofonista,
quiere exponerle sus opiniones acerca de su propia música y el libro, pero, en
realidad, no le cuenta nada; no parece que tenga nada profundo que decir, como
tampoco lo tiene el autor del libro, por lo que, muerto Jonnhy, la segunda
edición únicamente se diferencia de la primera por el añadido de una
necrológica.
En los cuentos de Final del juego (1964),
encontramos algunas de las descripciones más crueles de Cortázar, como por
ejemplo "Las ménades", una auténtica pesadilla; pero también hay
sátiras, como ocurre en "La banda", en el que su protagonista,
cansado del sistema imperante en su país (clara alusión al peronismo), se
destierra voluntariamente, como Cortázar hizo a París en 1951. En
"Axolotl", tras contemplar diaria y obsesivamente un ejemplar de
estos anfibios en un acuario, el narrador del cuento se ve convertido en uno
más de ellos, recuperando de tal manera el tema del viejo mito azteca.
De Todos los
fuegos el fuego (1966), compuesto por otros ocho relatos, hay que destacar
"La autopista del Sur", historia de un amor nacido durante un
embotellamiento, cuyos protagonistas, que no se han dicho sus nombres, son
arrastrados por la riada de vehículos cuando el atasco se deshace y no vuelven
ya nunca a encontrarse. Impresionante es asimismo el cuento que da título a la
colección, en el que se mezclan admirablemente una historia actual con otra
ocurrida cientos de años atrás.
En los también
ocho cuentos de Octaedro (1974), lo fantástico vuelve a mezclarse con la vida
de los hombres, casi siempre en el momento más inesperado de su existencia. Más
cercanas a lo cotidiano y abiertas a la normalidad son sus tres últimas
colecciones de relatos, Alguien que anda por ahí (1977), Queremos tanto a
Glenda y otros relatos (1980) y Deshoras (1982), sin que por ello dejen de
estar presentes los temas y motivos que caracterizan su producción.
Rayuela y la
narrativa inclasificable
Pero es
precisamente lejos del relato corto donde reside la huella revolucionaria e
irrepetible que Julio Cortázar dejó en la literatura en lengua española, desde
su novela inicial (Los premios, 1960) hasta la amorosa despedida textual de
Nicaragua, tan violentamente dulce (1984). El momento álgido de esta propuesta
innovadora que aniquilaba las convenciones genéricas fue la escritura de
Rayuela (1963).
Protagonizada por
un álter ego de Cortázar, Horacio Oliveira, Rayuela narra el itinerario de un
intelectual argentino en París (primera parte) y luego en Argentina (segunda
parte), para agregar, en la tercera parte y al modo de misceláneas, una serie
de anotaciones, recortes periodísticos, poemas y citas que pueden intercalarse
en la lectura de las dos primeras, según el recorrido que decida el lector, a
partir de los dos que propone el autor.
Las desavenencias
amorosas entre La Maga y Horacio Oliveira, los conflictos intelectuales de
Horacio, una amplia red de referencias culturales, con el jazz en posición
preferente, y la invitación a la participación del lector como coautor de esa
obra abierta, encontraron en el clima de efervescencia cultural de la década de
1960 su perfecto campo de desarrollo. Rayuela ha quedado así como uno de los
emblemas imprescindibles de la cultura argentina de ese momento, en el que la
novela de Julio Cortázar ocupó un lugar central y fue objeto de toda clase de
asedios y comentarios críticos.
Algunas de las
sucesivas novelas de Cortazar fueron un intento de avanzar en la dirección de
Rayuela: así, la titulada 62. Modelo para armar (1968) es un excelente
comentario en paralelo, extraído de una propuesta sugerida en el capítulo 62 de
su obra maestra. En el Libro de Manuel (1973), el experimentalismo deja paso a
un intento de explicar la difícil convivencia entre el compromiso político y la
libertad individual.
Por lo que
respecta al género de los "almanaques", esa combinación
específicamente cortazariana de todos los géneros en ninguno, es imprescindible
referirse a títulos como La vuelta al día en ochenta mundos (1967) o Último
round (1969). Tales volúmenes, de difícil clasificación, alternan el cuento con
el ensayo, el poema y el fragmento narrativo o crítico. En este apartado
merecen mención aparte las inefables Historias de cronopios y de famas (1962),
graciosos y complejos personajes simbólicos con singulares actitudes frente a
la vida, Un tal Lucas (1979), irónico retrato de un personaje de extraña
coherencia, y el casi póstumo Los autonautas de la cosmopista (1983),
irrepetible mezcla de diario de viaje y testamento de amor.
Recuperado de https://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/cortazar.htm el 26 de agosto de 2021.
Ruiza, M.,
Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografía de Julio Cortázar.
En Biografías y
Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España).
lunes, 25 de octubre de 2021
Biografía de Freddie Mercury
Ni su verdadero nombre fue Freddie Mercury, ni llegó al mundo en el Reino Unido, el país que le vio triunfar. Se llamaba Farrokh Bulsara y nació el 5 de septiembre de 1946 en la isla de Zanzíbar (Tanzania), situada en la costa este de África y famosa por su producción de especias. Figura provocadora, versátil y carismática como pocas, su prematuro fallecimiento el 24 de noviembre de 1991, a consecuencia del sida, conmocionó al mundo del espectáculo y a sus millones de seguidores en todo el planeta.
Biografía
Farrokh era un
niño extraordinariamente guapo, tímido y muy apegado a su madre y a su hermana .
Sus padres, Jer y Bomi Bulsara, formaban un matrimonio de origen persa devoto
del profeta Zoroastro, y decidieron enviar al niño a la India para que
recibiera una buena educación. Allí quedó al cuidado de sus tíos y fue
matriculado en la St. Peter's School, institución de enseñanza británica
situada en Panchgani, a unas cincuenta millas de Bombay.
Muy interesado
por los deportes, el joven Bulsara mostró buenas maneras como boxeador aunque,
después de que su madre le animara a colgar los guantes porque resultaba una
práctica demasiado violenta, cambió el ring por la mesa de ping pong y a los
diez años ya era campeón escolar de la disciplina.
Como también en
aquellos años de la infancia comenzó a despertar su afición por la música,
siguió clases de piano e ingresó en el coro de la escuela. Durante este periodo
de formación, el inquieto Farrokh también empezó a demostrar ciertas aptitudes
escénicas y participó en varias obras de teatro colegiales.
Muy pronto puso
en pie su primer grupo musical, The Hectics, una banda amateur de rock and roll
que prodigaba sus actuaciones en todas las fiestas y bailes del colegio. En
esta formación, en la que ocupaba el puesto de pianista. Las primeras
influencias musicales de Farrokh llegaron de la mística música hindú, de los
sonidos clásicos y algo del rock and roll que por entonces se producía en otras
partes del planeta. En aquella época, sus amigos del colegio comenzaron a
llamarle Freddie, traducción más o menos fiel de Farrokh al inglés, y, de
hecho, el propio joven firmaba en ocasiones como Frederick.
Regresó a
Zanzíbar en 1962 junto a su familia, pero un par de años después, los Bulsara
decidieron emigrar al Reino Unido, para huir del estallido de violencia que
sufría la isla. Curiosamente, Freddie jamás volvería a su tierra natal, ni
tampoco a la India; una nueva etapa de su vida comenzaba entonces en una casa
de Feltham (Middlesex), cerca de Londres.
Ingresó en el
Isleworth Polythecnic y, durante las vacaciones, se empleaba en trabajos
eventuales para ganar un dinero extra. Hacia 1966, Freddie era un alumno de la
Ealing Art School que estudiaba para convertirse en diseñador gráfico, aunque
su interés por la música no había desaparecido. Abandonó su casa y alquiló un
piso en Kensington junto a un compañero. En 1969 dejó la escuela con su diploma
en artes gráficas y diseño en el bolsillo y comenzó a compartir piso con Roger,
con quien acudía a un puesto del mercadillo de Kensington para vender ropa y
pinturas.
En el verano de
ese mismo año, Freddie empezó a cantar en un grupo de Liverpool llamado Ibex,
que se había trasladado a Londres buscando fama y éxito, pero que tuvo una
efímera y complicada existencia. El 23 de agosto de 1969, Freddie debutó en
público junto al trío formado por Mike Bersin, John Tupp Taylor y Mick Miffer
Smith..
Después de esta
experiencia fallida, Freddie lo intentó en otra banda llamada Sour Milk Sea,
con la que contactó gracias a un anuncio del Melody Maker en el que buscaban un
vocalista. A finales de 1969, Freddie era el vocalista del grupo, en el que
también estaban Chris Cheney y Jeremy Rubber Gallop a la guitarra, el bajista
Paul Milan y el batería Rob Tyrell. Pero esta prometedora aventura tan sólo
duró unos meses porque, en abril de 1970, Smile volvió a cruzarse en su
trayectoria. Su viejo amigo Tim Staffell había decidido abandonar la formación
y Roger y Brian le pidieron que fuera el vocalista del grupo.
Nace Queen
Freddie insistió
en renombrar a la banda y suya fue la idea de bautizarla como Queen. Al mismo
tiempo, cambió su apellido artístico y se convirtió desde ese momento en
Freddie Mercury. Tras las innovaciones, el trío probó con varios bajistas hasta
que en 1971 se incorporó a la formación un personaje tranquilo y sosegado, John
Deacon.
El logotipo, otra
de las señas de identidad de Queen, fue también una creación del vocalista, que
dejó patentes sus dotes como imaginativo diseñador. La imagen presentaba los
cuatro signos del zodíaco de los miembros de la banda (dos leones por Roger y
John, los dos leos del grupo, el cangrejo por el signo cáncer de Brian May y las
ninfas que identificaban el signo virgo de Freddie) alrededor de una gigantesca
Q y, sobre todo ello, el ave fénix, que saludaba el nacimiento del grupo de las
cenizas de otras formaciones. También desde el primer momento fue Freddie el
impulsor de la imagen visual de la formación, con su personalísima puesta en
escena y su inconfundible vestuario. El resto pertenece a la historia de Queen.
Un hecho
importante en la vida privada de Mercury tuvo lugar en 1970; fue entonces
cuando conoció a Mary Austin, con quien convivió durante siete años y con quien
conservaría una buena amistad hasta el momento de su muerte. Curiosamente,
antes de que Queen editara su primer disco, Freddie lanzó en solitario un tema
llamado I can hear music, bajo el nombre de Larry Lurex.
Casi una década
después, cuando ya había paladeado las mieles del éxito con Queen, Mercury hizo
realidad otro de sus sueños. Siempre había sido un apasionado de la danza y el
7 de octubre de 1979 actuó con el Royal Ballet, para interpretar y bailar
Bohemian Rhapsody y Crazy little thing called love.
La vida de
excesos derivada de la fama y el éxito fue una leyenda que acompañó
inevitablemente a Freddie Mercury. Sus fiestas fueron siempre sonadas, pero
también se reconoció al músico por ser un gran amigo de sus amigos. Hacia
finales de los setenta rompió su relación sentimental con Mary Austin y
comenzaron a surgir rumores sobre su cambio de orientación sexual. Los
comentarios arreciaban apoyados por el cambio radical de imagen que mostró el
músico hacia 1980. Cortó al mínimo su larga cabellera y se dejó crecer un gran
bigote, imitando la estética gay muy de moda en los bares de San Francisco y
que fielmente habían reflejado los famosos Village People.
A finales de
1982, Queen hizo un paréntesis en su carrera y dio libertad a los miembros de
la banda para que pusieran en marcha sus respectivos proyectos paralelos.
Mercury alquiló los estudios Musicland de Munich y, junto al productor Mack,
entró en ellos para grabar su primer álbum en solitario. Durante este período
conoció también a toda una leyenda en el mundo de la producción musical, el
gran Giorgio Moroder, padre del "electro disco".
En aquellos días,
Moroder trabajaba en la banda sonora de la versión restaurada de Metrópolis,
película mítica dirigida por Fritz Lang, y le pidió a Freddie que colaborara en
un tema; el resultado fue Love kills, compuesta por ambos e interpretada por
Mercury. El single, el primero firmado en solitario como Freddie Mercury, salió
al mercado el 10 de septiembre de 1984, logró un éxito importante y le sirvió
como trampolín para su siguiente trabajo.
Pocos meses antes
del lanzamiento del single se había producido otro encuentro casual en la vida
de Mercury que derivaría, en el futuro, en una sorprendente colaboración
musical. En el mes de mayo de 1983 asistió al Royal Opera House de Londres para
ver una representación de Un ballo di maschera, del compositor italiano
Giuseppe Verdi, y cuentan que quedó cautivado por la belleza de la voz de la
diva catalana Monserrat Caballé.
El 9 de abril de
1985 llegó a las tiendas el adelanto de su primer disco de larga duración, el
sencillo I was born to love you, y, tres semanas más tarde, se presentó el
álbum Mr. Bad Guy, ambos editados por CBS Records. Los resultados comerciales
fueron excelentes y el 13 de julio de ese mismo año los muchos seguidores de
Mercury pudieron contemplar su memorable actuación durante el concierto Live
Aid en el estadio de Wembley.
A comienzos de
1987, Freddie entró en los estudios Townhouse de Londres para grabar algunas
canciones. De esas sesiones nació el remake de The great pretender, un gran
tema que The Platters había popularizado años atrás. A la venta desde el 23 de
febrero de ese año, el trabajo se anotó un nuevo éxito en la ya larga lista del
triunfante músico.
Un mes después,
Mercury voló a Barcelona para conocer personalmente a aquella diva del bel
canto que le cautivó años atrás. Monserrat Caballé recibió con agrado una
casete con algunos temas del polifacético Mercury e incluso llegó a interpretar
uno de ellos en el Covent Garden londinense. Un mes más tarde comenzaron a
trabajar en la edición de su disco conjunto, y a finales de mayo ambos cantaron
en directo el tema Barcelona en la discoteca Ku de Ibiza. El 8 de octubre de
1988 repitieron actuación en el festival La Nit de la Ciudad Condal, excelente
presentación para el álbum Barcelona que se editó dos días después.
El triste final
Aquélla fue la
última actuación en directo de Freddie Mercury. Aun sin anunciar la enfermedad,
el deterioro de su estado físico era cada vez más evidente y Mercury se recluyó
en su casa de Kensington, espaciando cada vez más sus apariciones. Ocultó su tragedia
incluso a sus propios compañeros de grupo y tan sólo un día antes de su muerte
anunció públicamente que padecía el sida desde 1986.
Murió en su cama
a las siete de una fría tarde del día 24 de noviembre de 1991 como consecuencia
de una neumonía que no pudo superar. Con tan sólo cuarenta y cinco años, el
gran Freddie Mercury dijo adiós a la vida que tan intensamente había disfrutado
y fue enterrado en una ceremonia íntima, conforme al rito mazdeísta.
Ruiza, M.,
Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografía de Freddie Mercury.
En Biografías
y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España).
jueves, 21 de octubre de 2021
Científicos del MIT crean “ojos” que atraviesan las paredes y ven en habitaciones oscuras
La tecnología convierte señales de radiofrecuencia en esqueletos tridimensionales. ¿Qué beneficios supone este avance? ¿Se convertirá en un mecanismo de vigilancia?
Investigadores del MIT CSAIL, la división del Instituto Tecnológico de Massachusetts dedicada a las ciencias de la computación e inteligencia artificial, crearon un sistema de visión capaz de atravesar paredes e incluso obtener información en habitaciones oscuras.
Según comentan, el gran desafío de este ingenio es “comprender las acciones e interacciones de las personas” sin que sea necesario verlas en forma directa. Por ejemplo, si están en otro sitio y si no hay luz suficiente.
Esa habilidad que trae al recuerdo las capacidades de algunos superhéroes, en este caso se apoya en señales de radiofrecuencia que son analizadas por redes neuronales. Esa combinación permite que el sistema vea sin luz o sin estar necesariamente frente a su objeto de estudio.
Nuestro sistema continúa trabajando con precisión cuando las personas no son visibles, por lo tanto, aborda escenarios que están más allá del límite del reconocimiento de acción basado en la visión actual", comentan los investigadores.
“Nuestro modelo utiliza como datos de entrada las señales de radiofrecuencia, genera esqueletos humanos en 3D a partir de las mismas y es capaz de reconocer las acciones e interacciones de varias personas a lo largo del tiempo”, explican los científicos.
Posibles usos… y eventuales reparos
En el paper que divulgan, los expertos del MIT CSAIL se enorgullecen de su criatura al decir que el modelo (que denominan “RF-Action”) alcanza una precisión comparable a los sistemas de reconocimiento que se aplican en escenarios directos. Es decir, con buena visibilidad y sin obstáculos intermediando.
"RF-Action" se apoya en señales de radiofrecuencia y convierte las lecturas en esqueletos 3D".
Tianhong-Li, uno de los autores del estudio, señala que el mecanismo tiene múltiples aplicaciones, por caso en los hogares inteligentes. El investigador dice que serviría para detectar comportamientos anormales en personas mayores, por ejemplo si sufren una caída en una habitación; o realizar monitoreos a distancia en pacientes.
El sistema no tiene resolución suficiente para reconocer rostros en habitaciones contiguas
Mientras los especialistas del MIT trabajan para que la eficacia de su sistema de visión conserve su efectividad cuando se añadan más paredes (por el momento, en las pruebas “atraviesa” un único muro); emergen asuntos relacionados a la privacidad que pueden generar controversias. ¿Tecnologías como ésta servirán para la vigilancia?
De acuerdo a los científicos involucrados en este trabajo, por el momento no habría que preocuparse demasiado al respecto ya que la resolución de las imágenes de este sistema no permite reconocer rostros y, en tanto, asociar las lecturas a identidades específicas.
Síntesis de la Historia Argentina (Segunda parte)
Síntesis de la Historia Argentina (Siglo XVI al Siglo XX)
Década infame (1930-1943)
El 6 de septiembre de 1930 los generales José Félix Uriburu
y Agustín P. Justo encabezaron un golpe de estado, apoyado por grupos políticos
conservadores, y expulsaron del gobierno a Yrigoyen, inaugurando un período en
el que volvió el fraude electoral y la exclusión política de las mayorías. En
1933 se firmó el Pacto Roca-Runciman con Inglaterra, que aumentó enormemente la
dependencia Argentina con ese país. Se sucedieron los gobiernos conservadores
(el general Uriburu, entre 1930 y 1932; el general Justo, entre 1932 y 38;
Roberto Ortiz, entre 1938 y 1942, y Ramón Castillo, entre 1942 y 1943), que se
desentendieron de los padecimientos de los sectores populares y beneficiaron
con sus políticas a los grupos y familias más poderosas del país.
Ascenso y auge del peronismo (1943-1955)
En 1943 un grupo de militares nacionalistas dio un golpe de
estado y derrocó al presidente Castillo. Dentro de este grupo se destacó el
coronel Juan Domingo Perón, quien, desde la secretaría de Trabajo y Previsión,
llevó adelante una política tendiente a mejorar la legislación laboral y social
(vacaciones pagas, jubilaciones, tribunales de trabajo). El apoyo popular a
Perón lo condujo al gobierno en las elecciones de 1946. Durante sus dos
presidencias (1946-1952 y 1952-1955) Perón, que ejerció el poder limitando el
accionar de la oposición y censurando a la prensa, impulsó una política que
combinaba el impulso de la industria, el empleo, las comunicaciones y los transportes,
con la acción social desarrollada por Eva Perón a través de la construcción de
hospitales, escuelas, hogares para niños y ancianos, y ayuda económica para los
más pobres.
“Revolución libertadora” (1955-1958)
En 1955 un golpe militar con amplio apoyo político y social
derrocó a Perón, quien marchó al exilio. Tras el breve interregno de Lonardi,
militar de corte nacionalista y católico, un nuevo golpe de comando puso al
Ejército, representado por Pedro Eugenio Aramburu, y a la Marina, representada
por Isaac Rojas, a la cabeza de un gobierno, cuyo objetivo medular era eliminar
al peronismo de la vida nacional, apuntando fundamentalmente al movimiento
obrero. El decreto 4161 y los fusilamientos de junio de 1956, máxima expresión
de la reacción, se combinaron con la reforma de la constitución (1957) y la
implementación de un proyecto económico liberal
ideado por Raúl Prebisch, que buscaba desmontar el modelo peronista y
lograr la “estabilización” económica con el respaldo del FMI. En este marco de
violenta persecución, comenzó la denominada “resistencia peronista”, que se
extendió también a numerosos sectores populares no peronistas. No sin oposición
interna, el régimen militar concedió una apertura electoral que creyó controlar
y que dio paso al período de las democracias condicionadas encabezadas por
gobiernos radicales.
Frondizi e Illia (1958-1966)
En 1958 el líder de la Unión Cívica Radical Intransigente,
Arturo Frondizi, llegó al gobierno tras sellar una alianza con Perón. Sin
embargo, su política desarrollista, llevada a cabo mediante la contratación de
empresas extranjeras para la extracción de petróleo y la gestión de un crédito
del FMI, condicionado a la implementación de medidas liberales, no tardaron en
granjearle la hostilidad del peronismo. Para hacer frente a las manifestaciones
de descontento, el gobierno puso en marcha el “plan Conintes”, que otorgó al
Ejército la facultad de arrestar, detener e interrogar a gremialistas y
opositores. Su política exterior y el triunfo del peronismo en las elecciones
de 1962 precipitaron un nuevo golpe de estado. Procurando salvar la
institucionalidad, asumió el presidente del Senado, el radical José María
Guido, cuyo gobierno estuvo tutelado desde las filas castrenses. Las elecciones
presidenciales de 1963, con proscripción del peronismo, llevaron a la
presidencia a Arturo Illia, de la Unión Cívica Radical del Pueblo. La anulación
de los contratos petroleros, la Ley de Medicamentos y un aumento en la
inversión en salud y educación cosecharon hostilidad en el empresariado. El
peronismo, especialmente su base sindical, y la prensa llevaron adelante una
fuerte campaña contra el líder radical, dejando el terreno libre para que, una
vez más las Fuerzas Armadas, asestaran un nuevo golpe a la democracia. El 28 de
junio de 1966, Juan Carlos Onganía asumió de facto el mando del país. Contaba,
una vez más, con amplio apoyo político y social.
La “Revolución argentina” (1966-1973)
El general Juan Carlos Onganía aplicó, con apoyo del FMI, un
fuerte programa liberal orientado a satisfacer los intereses de los grandes
grupos económicos, al tiempo que, bajo los auspicios de la Doctrina de la
Seguridad Nacional impulsada por Estados Unidos, convirtió la persecución del
peronismo en la del comunismo y de las guerrillas. Implantó una rígida censura,
que alcanzó a toda la prensa y a todas las manifestaciones culturales, incluyendo
la intervención de las universidades y la expulsión de profesores opositores,
que derivó en lo que se conoce como la “fuga de cerebros”. Sin embargo, las
movilizaciones estudiantiles, las insurrecciones populares (como el Cordobazo)
y la organización guerrillera debilitaron al gobierno provocando un golpe
interno. En junio de 1970 asumiría Roberto Levingston, de corte nacionalista,
que no lograría contener las protestas populares y la actividad guerrillera.
Una segunda manifestación popular en Córdoba, conocida como el “Viborazo”, dio
por tierra con este nuevo gobierno. En marzo de 1971, asumió Alejandro Agustín
Lanusse, quien propugnó una política conciliatoria, a través del GAN (Gran
Acuerdo Nacional), permitiendo el regreso de Juan Domingo Perón y convocando a
elecciones nacionales sin proscripciones para el peronismo. En marzo de 1973,
el triunfo sería para los candidatos de esa fuerza, Héctor Cámpora y Vicente
Solano Lima.
Vuelta de Perón (1973-1976)
Entre 1973 y 1976 gobernó nuevamente el peronismo con cuatro
presidentes (Cámpora, 1973; Lastiri, 1973; Perón, 1973-1974; e Isabel Perón
1974-1976), quienes intentaron retomar algunas de las medidas sociales del
primer peronismo, como el impulso de la industria y la acción social, el
mejoramiento de los sueldos y el control de precios. Pero los conflictos
internos del movimiento peronista y la guerrilla, sumados a la crisis económica
mundial de 1973, complicaron la situación, que se agravó aún más con la muerte
de Perón en 1974 y la incapacidad de su sucesora, Isabel Perón, de conducir el
país. Esta crisis fue aprovechada para terminar con el gobierno democrático y
dar un nuevo golpe militar, que contó una vez más con un amplio respaldo civil.
Dictadura (1976-1983)
La dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983
contó con el decisivo respaldo de los grandes grupos económicos nacionales y el
financiamiento permanente de los grandes bancos internacionales y los
organismos internacionales de crédito, como el Banco Mundial y el FMI. El saldo
de su gestión fue el de miles de muertos y desaparecidos, centenares de miles
de exiliados, la derrota del Ejército argentino en Malvinas, la multiplicación
de la deuda externa por cinco, la destrucción de gran parte del aparato
productivo nacional y la quiebra y el vaciamiento de la totalidad de las
empresas públicas a causa de la corrupción de sus directivos y de la
implementación de una política económica que beneficiaba a los grupos
económicos locales y extranjeros.
Raúl Alfonsín (1983-1989)
El 10 de diciembre de 1983, después de casi veinte años, el
radicalismo volvía al gobierno tras el triunfo de Raúl Alfonsín. Empujado por
la fuerza de los organismos de derechos humanos que nacían tras la feroz
represión militar, el líder radical abrió las puertas a las denuncias y a una
primera investigación sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la
dictadura, que se reflejó en el informe de la CONADEP y que permitió que fueran
juzgadas las cúpulas militares en el Juicio a las Juntas. Aunque insuficiente
para algunos organismos, la política de derechos humanos de Alfonsín fue
severamente atacada por amplios sectores militares, que produjeron el
movimiento carapintada, los retrocesos hacia las Leyes de Obediencia Debida y
Punto Final, y el último intento guerrillero que culminó en la masacre de La
Tablada. Pero lo que había cambiado sustancialmente eran las bases económicas.
Con el creciente poderío de los grupos financieros y un mecanismo de
endeudamiento externo incontrolable, Alfonsín cedió ante las recetas liberales
y no logró reencauzar una economía desindustrializada y anémica. Con escaso
apoyo social, frente a un peronismo conspirativo y con los grupos económicos en
contra, la hiperinflación obligó a Alfonsín a renunciar antes de tiempo.
Vendría el tiempo del “menemato”.
Carlos Menem (1989-1999)
La caída del Muro de Berlín y el fin de la era del mundo
bipolar se combinaron con el avance de Estados Unidos hacia la región
latinoamericana, cuya formulación más emblemática en materia económica fue el
Consenso de Washington, una serie de medidas que establecían la aplicación en
América Latina de un proyecto de corte neoliberal. Carlos Menem, el candidato
peronista que accedió a la presidencia en 1989, procedió paradójicamente a
implementar este programa, que se encontraba en las antípodas de su prédica
electoral y de los postulados históricos del peronismo. La privatización de
empresas estatales, como YPF, Aerolíneas Argentinas, Entel, Gas del Estado,
entre otras, fue acompañada por una apertura indiscriminada del mercado a los
productos y capitales extranjeros y por una política de “relaciones carnales”
con los Estados Unidos. El proyecto se completó con el Plan de Convertibilidad
monetaria impulsado por Domingo Cavallo y las renegociaciones de la deuda
externa, que provocaron una mayor dependencia y endeudamiento. El modelo
suscitó el apoyo de los sectores medios, que inicialmente se vieron
beneficiados por la política monetaria y de importación. Pero pronto comenzaron
a hacerse visibles los efectos devastadores en términos sociales y culturales,
con una explosión de la desocupación y de la pobreza, y con la visibilidad e
impunidad de la corrupción a gran escala. A ello se sumaba una política de
“reconciliación” plasmada con los indultos a las cúpulas militares que
implementaron el Terrorismo de Estado y también a las guerrilleras. El
descontento social no se hizo esperar y algunos estallidos populares
(Santiagueñazo y piqueteros en CutralCó y General Mosconi) fueron acompañados
por la convergencia política de amplios sectores en lo que terminaría
conformando el crítico y progresista espacio del FREPASO y la posterior
moderada Alianza en 1997, que con Fernando de la Rúa a la cabeza, pondría fin
al gobierno menemista en 1999, pero no al modelo neoliberal implementado.
Fuente: Síntesis
de la Historia Argentina - El Historiador
miércoles, 20 de octubre de 2021
Síntesis de la Historia Argentina (primera parte)
Argentina indígena
La población del actual territorio argentino a la llegada de
los españoles a principios del siglo XVI sumaba unas 330.000 personas agrupadas
en una veintena de grupos étnicos.
Los habitantes del Noroeste, de las Sierras Centrales y de
la Mesopotamia practicaban la agricultura, mientras que el resto del territorio
estaba ocupado por grupos de cazadores-recolectores.
Las culturas más extendidas fueron los diaguitas al
Noroeste, los guaraníes, los tupíes, los tobas y los guaycurúes en el Noreste,
los pampas en el centro y los tehuelches, mapuches y onas en el Sur.
Conquista y colonia (1492-1776)
En 1536 Don Pedro de Mendoza fundó Santa María de los Buenos
Ayres, la primera ciudad argentina. La miseria y el hambre doblegaron a Mendoza
y su gente y Buenos Aires quedó despoblada hasta su segunda fundación por Juan
de Garay en 1580. Las ciudades argentinas fueron fundadas por conquistadores
que provenían de distintas zonas de América. La corriente pobladora del este,
llegada desde España, tomó como base de operaciones la ciudad de Asunción y
fundó las ciudades litorales. La que vino desde el Perú ocupó el Tucumán, como
se llamaba entonces a todo el Noroeste argentino. Las ciudades cuyanas fueron
fundadas por la corriente proveniente de Chile.
Virreinato (1776-1810)
Lo que hoy es la Argentina perteneció al virreinato del Perú
hasta que en 1776 el rey Carlos III creó el Virreinato del Río de la Plata,
cuyo primer virrey fue Pedro de Ceballos. La capital, Buenos Aires, se
convirtió en un gran puerto comercial y se incrementó notablemente la
exportación de cueros, tasajo y de la plata proveniente de las minas del
Potosí. El sistema de monopolio impuesto por España prohibía comerciar con otro
país que no fuera la propia España. Esto encarecía notablemente los productos y
complicaba la exportación al tiempo que fomentaba el contrabando a gran escala.
En 1806 y 1807 se produjeron dos invasiones inglesas, que
fueron rechazadas por el pueblo de Buenos Aires, alistado en milicias de
criollos y españoles. En cada milicia, los jefes y oficiales fueron elegidos
democráticamente por sus integrantes. Las milicias se transformaron en centros
de discusión política.
Independencia (1810-1820)
Las invasiones inglesas demostraron que España estaba
seriamente debilitada y que no podía ni abastecer correctamente ni defender a
sus colonias. La ocupación francesa de
España por Napoleón, la captura del Rey Carlos IV y su hijo Fernando VII y la
caída de la Junta Central de Sevilla decidieron a los criollos a actuar. El 25
de mayo de 1810 se formó la Primera Junta de gobierno presidida por Cornelio
Saavedra, que puso fin al período virreinal. Mariano Moreno, secretario de la
Junta, llevó adelante una política revolucionaria tendiente a fomentar el libre
comercio y a sentar las bases para una futura independencia.
Entre 1810 y 1820 se vive un clima de gran inestabilidad
política. Se suceden los gobiernos (Primera Junta (1810), Junta Grande (1811),
Triunviratos (1811-1814) y el Directorio (1814-1820) que no pueden consolidar
su poder y deben hacer frente a la guerra contra España. En esta lucha se
destacaron Manuel Belgrano, José de San Martín, llegado al país en 1812, y
Martín Miguel de Güemes. Las campañas sanmartinianas terminaron, tras liberar a
Chile, con el centro del poder español de Lima.
El 9 de julio de 1816 un congreso de diputados de las
Provincias Unidas proclamó la independencia y en 1819 dictó una constitución
centralista que despertó el enojo de las provincias, celosas de su autonomía.
Era de Rivadavia (1820-1829)
A partir de 1819 en el país se fueron definiendo claramente
dos tendencias políticas: los federales, partidarios de las autonomías
provinciales, y los unitarios, partidarios del poder central de Buenos Aires.
Estas disputas políticas desembocaron en una larga guerra civil cuyo primer
episodio fue la batalla de Cepeda en febrero de 1820, cuando los caudillos
federales de Santa Fe, Estanislao López, y de Entre Ríos, Francisco Ramírez,
derrocaron al directorio. A partir de entonces, cada provincia se gobernó por
su cuenta. La principal beneficiada por la situación fue Buenos Aires, la provincia más rica, que
retuvo para sí las rentas de la Aduana y los negocios del puerto.
Época de Rosas (1829-1852)
En 1829 uno de los estancieros más poderosos de la provincia,
Juan Manuel de Rosas, asumió la gobernación de Buenos Aires y ejerció una
enorme influencia sobre todo el país. A partir de entonces y hasta su caída en
1852, retuvo el poder en forma autoritaria, persiguiendo duramente a sus
opositores y censurando a la prensa, aunque contando con el apoyo de amplios
sectores del pueblo y de las clases altas porteñas. Durante el rosismo creció
enormemente la actividad ganadera bonaerense, las exportaciones y algunas
industrias del interior que fueron protegidas gracias a la Ley de Aduanas.
Rosas se opuso a la organización nacional y a la sanción de una constitución,
porque ello hubiera significado el reparto de las rentas aduaneras al resto del
país y la pérdida de la hegemonía porteña.
Buenos Aires y la Confederación (1852-1862)
Justo José de Urquiza era gobernador de Entre Ríos, una
provincia productora de ganado como Buenos Aires que se veía seriamente
perjudicada por la política de Rosas, que no permitía la libre navegación de
los ríos y frenaba el comercio y el desarrollo provinciales. En 1851, Urquiza
se pronunció contra Rosas y formó, con ayuda brasileña, el Ejército Grande con
el que derrotó definitivamente a Rosas en Caseros el 3 de febrero de 1852.
Urquiza convocó a un Congreso Constituyente en Santa Fe que en mayo de 1853
sancionó la Constitución Nacional. Pero aunque ya no estaba Rosas, los
intereses de la clase alta porteña seguían siendo los mismos y Bartolomé Mitre
y Adolfo Alsina dieron un golpe de estado, conocido como la «Revolución del 11
de Septiembre de 1852». A partir de entonces, el país quedó por casi diez años
dividido en dos: el Estado de Buenos Aires y la Confederación (el resto de las
provincias con capital en Paraná). La separación duró casi diez años, hasta que
en septiembre de 1861, el líder porteño Bartolomé Mitre derrotó a Urquiza en
Pavón y unificó al país bajo la tutela porteña.
Organización nacional (1862-1880)
Luego de la batalla de Pavón se sucedieron los gobiernos de
Bartolomé Mitre (1862-68), Domingo F. Sarmiento (1868-1874) y Nicolás Avellaneda
(1874-1880), quienes concretaron la derrota de las oposiciones del interior, la
ocupación de todo el territorio nacional y la organización institucional del
país fomentando la educación, la agricultura, las comunicaciones, los
transportes, la inmigración y la incorporación de la Argentina al mercado
mundial como proveedora de materias primas y compradora de manufacturas.
República liberal (1880-1916)
En 1880 llegó al poder el general Julio A. Roca, quien
consolidó el modelo económico agroexportador y el modelo político conservador
basado en el fraude electoral y la exclusión de la mayoría de la población de
la vida política. Se incrementaron notablemente las inversiones inglesas en
bancos, frigoríficos y ferrocarriles y creció nuestra deuda externa. En 1890 se
produjo una grave crisis financiera en la que se cristalizaron distintas
oposiciones al régimen gobernante. Por el lado político, la Unión Cívica
Radical luchaba por la limpieza electoral y contra la corrupción, mientras que,
por el lado social, el movimiento obrero peleaba por la dignidad de los
trabajadores desde los gremios socialistas y anarquistas.
La lucha radical, expresada en las revoluciones de 1893 y
1905, y el creciente descontento social, expresado por innumerables huelgas,
llevaron a un sector de la clase dominante a impulsar una reforma electoral
para calmar los ánimos y trasladar la discusión política de las calles al
parlamento. En 1912, el presidente Roque Sáenz Peña logró la sanción de la ley
que lleva su nombre y que estableció el voto secreto y obligatorio.
Primeros gobiernos radicales (1916-1930)
La aplicación de la Ley Sáenz Peña hizo posible la llegada
del radicalismo al gobierno. Los radicales gobernaron el país entre 1916 y 1930
bajo las presidencias de Hipólito Yrigoyen (1916-1922) (1928-1930) y Marcelo T.
de Alvear (1922-1928), e impulsaron importantes cambios tendientes a la
ampliación de la participación ciudadana, la democratización de la sociedad, la
nacionalización del petróleo y la difusión de la enseñanza universitaria. El
período no estuvo exento de conflictos sociales derivados de las graves
condiciones de vida de los trabajadores. Algunas de sus protestas, como la de
la Semana Trágica y la de la Patagonia, fueron duramente reprimidas con miles
de trabajadores detenidos y centenares de muertos.
Fuente: Síntesis de la Historia Argentina - El Historiador
Cuento: EXISTE UN HOMBRE QUE TIENE LA COSTUMBRE DE PEGARME CON UN PARAGUAS EN LA CABEZA
Existe un hombre que tiene la costumbre de pegarme con un paraguas en la cabeza. Justamente hoy se cumplen cinco años desde el día en que empezó a pegarme con el paraguas en la cabeza. En los primeros tiempos no podía soportarlo; ahora estoy habituado.
No sé cómo se llama. Sé que es un hombre común, de traje gris, levemente canoso, con un rostro vago. Lo conocí hace cinco años, en una mañana calurosa. Yo estaba leyendo el diario, a la sombra de un árbol, sentado pacíficamente en un banco del bosque de Palermo. De pronto, sentí que algo me tocaba la cabeza. Era este mismo hombre que, ahora, mientras estoy escribiendo, continúa mecánicamente e indiferentemente pegándome paraguazos.
En aquella oportunidad me di vuelta lleno de indignación (me da mucha rabia que me molesten cuando leo el diario): él siguió tranquilamente aplicándome golpes. Le pregunté si estaba loco: ni siquiera pareció oírme. Entonces lo amenacé con llamar a un vigilante: e imperturbable y sereno, continuó con su tarea. Después de unos instantes de indecisión y viendo que no desistía de su actitud, me puse de pie y le di un terrible puñetazo en el rostro. Sin duda, es un hombre débil: sé que, pese al ímpetu que me dictó mi rabia, yo no pego tan fuerte. Pero el hombre, exhalando un tenue quejido, cayó al suelo. En seguida, y haciendo al parecer, un gran esfuerzo, se levantó y volvió silenciosamente a pegarme con el paraguas en la cabeza. La nariz le sangraba, y, en ese momento, no sé por qué, tuve lástima de ese hombre y sentí remordimientos por haberle pegado de esa manera. Porque, en realidad, el hombre no me pegaba lo que se llama paraguazos; más bien me aplicaba unos leves golpes, totalmente indoloros. Claro está que esos golpes son infinitamente molestos. Todos sabemos que, cuando una mosca se nos posa en la frente, no sentimos dolor alguno: sentimos fastidio. Pues bien, aquel paraguas era una gigantesca mosca que, a intervalos regulares, se posaba, una y otra vez, en mi cabeza. O, si se quiere, una mosca del tamaño de un murciélago.
De manera que yo no podía soportar ese murciélago. Convencido de que me hallaba ante un loco, quise alejarme. Pero el hombre me siguió en silencio, sin dejar de pegarme. Entonces empecé a correr (aquí debo puntualizar que hay pocas personas tan veloces como yo). Él salió en persecución mía, tratando infructuosamente de asestarme algún golpe. Y el hombre jadeaba, jadeaba, jadeaba y resoplaba tanto, que pensé que, si seguía obligándolo a correr así, mi torturador caería muerto allí mismo.
Por eso detuve mi carrera y retomé la marcha. Lo miré. En su rostro no había gratitud ni reproche. Sólo me pegaba con el paraguas en la cabeza. Pensé en presentarme en la comisaría, decir: “Señor oficial, este hombre me está pegando con un paraguas en la cabeza.” Sería un caso sin precedentes. El oficial me miraría con suspicacia, me pediría documentos, comenzaría a formularme preguntas embarazosas, tal vez terminaría por detenerme.
Me pareció mejor volver a casa. Tomé el colectivo 67. Él, sin dejar de golpearme, subió detrás de mí. Me senté en el primer asiento. Él se ubicó, de pie, a mi lado. Con la mano izquierda se tomaba del pasamanos; con la derecha blandía implacablemente el paraguas. Los pasajeros empezaron por cambiar tímidas sonrisas. El conductor se puso a observarnos por el espejo. Poco a poco fue ganando al pasaje una gran carcajada, una carcajada estruendosa, interminable. Yo, de la vergüenza, estaba hecho un fuego. Mi perseguidor, más allá de las risas, siguió con sus golpes.
Bajé -bajamos- en el puente del Pacífico. Íbamos por la avenida Santa Fé. Todos se daban vuelta estúpidamente para mirarnos. Pensé en decirles: “¿Qué miran, imbéciles? ¿Nunca vieron a un hombre que le pegue a otro con un paraguas en la cabeza?”. Pero también pensé que nunca habrían visto tal espectáculo. Cinco o seis chicos nos empezaron a seguir, gritando como energúmenos.
Pero yo tenía un plan. Ya en mi casa, quise cerrarle precipitadamente la puerta en las narices. No pude: él, con mano firme, se anticipó, agarró el picaporte, forcejeó un instante y entró conmigo.
Desde entonces, continúa golpeándome con el paraguas en la cabeza. Que yo sepa, jamás durmió ni comió nada. Simplemente se limita a pegarme. Me acompaña en todos mis actos, aun en los más íntimos. Recuerdo que, al principio, los golpes me impedían conciliar el sueño; ahora, creo que, sin ellos, me sería imposible dormir.
Con todo, nuestras relaciones no siempre han sido buenas. Muchas veces le he pedido, en todos los tonos posibles, que me explicara su proceder. Fue inútil: calladamente seguía golpeándome con el paraguas en la cabeza. En muchas ocasiones le he propinado puñetazos, patadas y -Dios me perdone- hasta paraguazos. Él aceptaba los golpes mansamente, los aceptaba como una parte más de su tarea. Y este hecho es justamente lo más alucinante de su personalidad: esa suerte de tranquila convicción en su trabajo, esa carencia de odio. Esa, en fin, certeza de estar cumpliendo con una misión secreta y superior.
Pese a su falta de necesidades fisiológicas, sé que, cuando lo golpeo, siente dolor, sé que es débil, sé que es mortal. Sé también que un tiro me libraría de él. Lo que ignoro es si, cuando los dos estemos muertos, no seguirá golpeándome con el paraguas en la cabeza. Tampoco sé si el tiro debe matarlo a él o matarme a mí. De todos modos, este razonamiento es inútil: reconozco que no me atrevería a matarlo ni a matarme.
Por otra parte, últimamente he comprendido que no podría vivir sin sus golpes. Ahora, cada vez con mayor frecuencia, tengo un presentimiento horrible. Una profunda angustia me corroe el pecho: la angustia de pensar que, acaso cuando más lo necesite, este hombre se irá y yo ya no sentiré esos suaves paraguazos que me hacían dormir tan profundamente.
Fernando Sorrentino (Argentina, 1942)
"Imperios y servidumbres". Barcelona, Seix Barral, 1972
martes, 19 de octubre de 2021
La historia de “Capocha”, el joven con los huesos de cristal que suma títulos universitarios
“Si hay actitud se puede salir adelante”
Lucas Alaniz tiene 29 años y padece una displasia fibrosa que lo obliga a trasladarse en sillas de ruedas. “Mis sueños son muy grandes y me quedan por vivir muchas experiencias”.
Por Mauricio Luna
Lucas Alaniz es oriundo de Bahía Blanca y desde los ocho años está en silla de ruedas.
“Hay dos preguntas que me hacen muy seguido. La primera es de dónde viene el apodo ‘Capocha’, y la verdad es que no lo sé. La segunda es qué pienso sobre la muerte. Y la verdad que es algo que no ando pensando porque estoy enfocado en vivir el presente, disfrutar al máximo el ahora”. Lucas Alaniz se aleja de su propia existencia para analizarse. Su historia, atravesada por una enfermedad que apareció cuando daba sus primeros pasos, se equilibra sin enojos ni cuestionamientos. De sus huesos de cristal a su fortaleza metal: “Capocha” acumula títulos universitarios.
Lucas Alaniz tiene 29 años y un mundo repleto de sueños. “Mis huesos son muy débiles y tienden a deformarse, me puedo quebrar sin incluso caerme”, cuenta desde Bahía Blanca, ciudad en la que nació y vive junto a su mamá María, su papá Darío y su hermano Tomás. “Soy el más grande. El del medio se llama Pablo, tiene dos años menos que yo y vive en Barcelona”.
Cuando tenía un año y medio recibió el golpe que modificó su vida y la de su familia para siempre: “Jugaba con los autitos y, cuando intenté pararme, me caí y me quebré la cadera. Me contaron que lloraba mucho y por eso me llevaron al médico”. Los primeros estudios no arrojaron buenos augurios y requirieron una consulta más sofisticada. “Cumplí dos años y mis papás me llevaron al Hospital Garrahan. Allí descubrieron que tengo una de las determinadas enfermedades raras, que se llama displasia fibrosa”, cuenta.
Lucas padece el síndrome de Mc Cune Albright, un trastorno genético que afectó sus huesos, su piel y su sistema endocrino. A Lucas le amputaron la pierna izquierda cuando era un niño. Sucede que, al deformarse sus huesos por la pérdida de calcio, la fisura o quebradura de los mismos es inevitable. Cuando eso sucede, la recuperación es lenta y tediosa. “Dolores empecé a sentir hace algunos años, antes no me pasaba nada. Sé que tengo un umbral de dolor muy alto también. Hace poco me hice una placa y tenía una pequeña fisura en uno de mis brazos”, dice.
También relata que tiene el bazo agrandado y una intervención quirúrgica pendiente. “Estoy incómodo en la silla, me readapto constantemente”, avisa. “La discapacidad me ayudó a enseñarme, a conocerme. Pienso que son las reglas de juego y es lo que toca, pero por suerte estoy haciendo las cosas sin pensarlo. Como siempre digo: tengo que manejar lo que puedo manejar. Tengo angustia, me sigo calentando, pero hay que salir adelante”, remarca.
“Capocha” Alaniz: una vida dedicada al periodismo, el deporte y el estudio
“Empecé la licenciatura de Administración de Empresas en la Universidad Nacional del Sur (UNS) y me cambié a la Universidad Siglo XXI”, cuenta Capocha que es periodista y hace pocos días se recibió de técnico universitario en Planificación Gerencial, un diploma intermedio a la carrera de grado que estudia. En 2016, mientras realizaba una pasantía en Dow Argentina, un amigo lo incentivó para formarse como periodista deportivo en el Instituto Superior de Ciencias de la Comunicación Social (ISCCS) de Bahía Blanca.
“Me gusta muchísimo el deporte. Me considero un hombre de rugby. Mis dos hermanos jugaban y mi papá es fotógrafo en el Club Argentino. Yo soy el analista de video”, expresa. En 2018, tras brindar una charla de superación personal en TEDx, viajó a Japón para cubrir el Mundial de Rugby como periodista acreditado. “Mi sueño es cubrir un juego olímpico. Estuve muy cerca de ir a Tokio pero llegó la pandemia y se complicó. También alguna CES (Consumer Electronics Show) como periodista. Me gustaría ir al festival Tomorrowland. Nada de eso lo veo lejano”, asegura.
Capocha es, actualmente, analista de producción en Dow Argentina, puesto que ocupa desde marzo de 2018. “La verdad, por suerte mis papás siempre estuvieron en una buena situación económica y no tuve la necesidad de trabajar. Pero ellos me inculcaron que estudiar iba a ser fundamental para igualar oportunidades, salir de casa y sociabilizar. Hacer amigos. Es muy difícil que pueda volver a caminar, por eso es tan importante”, dice.
Y revela: “Para mi la vida siempre fue un juego. Durante mi adolescencia la PlayStation 1 fue fundamental. Mis amigos no la tenían y mis papás los invitaban a casa para que jugáramos. Hice muchos amigos así mientras pasábamos las tarde charlando y conociéndonos”.
“Capocha” Alaniz: “Los sueños son muy grandes, me quedan por vivir muchas experiencias”
“Soy sincero y sigo siendo bastante calentón, si hubiera sido ‘normal’, hubiera generado muchos problemas. Hoy siento que los sueños son muy grandes y me quedan por vivir muchas experiencias”, remarca Capocha, quien también manifiesta: “La edad pasa por como uno se percibe, cuando uno se da cuenta de que no tiene la misma energía debe elegir qué batalla quiere luchar”.
Sobre el final, el bahiense no le escapa a un tema que constantemente aparece por su mente: “No me gustaría morirme, pero siento que es algo que va a llegar. Si pasara sería una lástima, porque tengo mucho para dar; siento que mi tarea en el mundo es ayudar a otras personas. Dar este mensaje por ejemplo, de que se puede. De que si hay actitud se puede salir adelante”.
Capocha concluye: “Siento que tengo mucho potencial para dar. Además, hay momentos imborrables que todavía no pasaron y, personalmente, porque siento que todavía puedo dejar una huella más. Tampoco voy a vender los sueños imposibles, pero siempre podemos vivir un poco mejor. Y estoy preparándome para eso”.
Fuente: https://tn.com.ar/sociedad/