Aprendamos de la simpleza de los niños
Cuentan que una vez un científico vivía preocupado por lo mal que se encontraba
el mundo. Estaba pendiente de lo que informaban los noticieros y lo que
publicaban los diarios. Además, se pasaba horas trabajando en su laboratorio
investigando, para él eso era muy importante, ese era su ritmo de vida aunque
hacía un par de meses que andaba mal dormido, y a veces un poco malhumorado.
Tenía un pequeño hijo que todos los días le pedía que jugara con él y, todos
los días, el científico prometía hacerlo cuando terminara su tarea. Llegaba la
noche y sin darse cuenta el trabajo lo había absorbido y no había podido
cumplir con su promesa.
Un día el niño fue al laboratorio a pedirle que aunque sea un ratito lo llevara
al parque a jugar a la pelota.
El científico, como siempre, estaba en medio de un experimento que no podía
abandonar, entonces buscó alguna manera de entretener a su hijo hasta que
concluyera su trabajo. Dio un vistazo general por el laboratorio, y después
sobre el escritorio, y allí, entre varios papeles, vio que se asomaba un mapa
del mundo. Enseguida se le ocurrió una idea: tomó una tijera y lo recortó en
muchos pedazos.
Estirando su mano y dándole todas las partes, le dijo cálidamente al pequeño:
-Me falta muy poco para llegar a una conclusión. Mientras armas este
rompecabezas, yo termino mi trabajo y después vamos juntos a jugar.
-¿Me prometes que vamos al parque en cuanto arme el rompecabezas?
-Te lo prometo hijo- dijo el padre, mientras pensaba que la tarea de ordenar
esas piezas era difícil y le llevaría un largo rato.
-¡Buenísimooooo! gritó si estuviera festejando un gol, y dando saltos de
alegría se fue a su cuarto a armarlo.
Apenas habían pasado diez minutos y el científico escuchó que golpeaban la
puerta. Cuando la abrió, vio a su hijo con una gran sonrisa.
¡Ya está, papá! - le dijo mostrándole el mapa perfectamente armado.
¿Ya lo armaste tan rápido? -Dijo el padre muy asombrado -¿Cómo lo hiciste hijo
mío?
- Al principio me costó porque no conozco todos los países y me resultaba difícil
saber dónde ubicar cada pieza, pero después fue muy fácil y pude armarlo
enseguida - dijo el niño-
-¿Por qué después fue fácil? ¿Buscaste en un atlas?
-No papá, del otro lado del mapa del mundo había una foto de un hombre,
entonces primero armé el hombre y el mundo se armó solo.
El padre lo abrazó fuertemente con mucho amor y exclamó:
-Si los grandes enfrentáramos cada problema con la sencillez con que ustedes,
los niños, ven todo, qué maravilloso y diferente sería la vida. Así como uniste
las partes del rompecabezas y armaste íntegra una persona, de la misma manera
podemos entre todos formar con amor un mundo unido y en armonía.Sonrió, tomó a su hijo de la mano y ambos salieron felices hacia el parque.
Preceptos del Club Privado 34 1. “Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos”. 2. “Escucho y olvido. Veo y recuerdo. Hago y entiendo”. 3. “Aquel que procura asegurar el bienestar ajeno, ya tiene asegurado el propio”. 4. “Los vicios vienen como los pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos”. 5. “La ignorancia es la noche de la mente, pero una noche sin luna ni estrellas”.
jueves, 18 de noviembre de 2021
EL MAPA
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