Preceptos del Club Privado 34 1. “Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos”. 2. “Escucho y olvido. Veo y recuerdo. Hago y entiendo”. 3. “Aquel que procura asegurar el bienestar ajeno, ya tiene asegurado el propio”. 4. “Los vicios vienen como los pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos”. 5. “La ignorancia es la noche de la mente, pero una noche sin luna ni estrellas”.
sábado, 27 de octubre de 2018
COMOLUCHAR CONTRA LA PROCRASTINACIÓN.
Cómo luchar contra la procrastinación, ese mal de nuestro tiempo.
Hace rato que pasó fin de año y seguramente en ese tiempo comenzaron
a esfumarse nuestras resoluciones para cambiar esto y aquello en
nuestra vida. Ni qué hablar de las listas de trabajo que se nos
acumulan día tras día con la promesa de que por fin vamos a cumplir
plazos y objetivos. Pero no: no los cumplimos y caemos una y otra
vez en la famosa procrastinación que, como todo latino sabe, viene
de pro (hacia) y cras o crastinus (mañana).
¿Será que la ciencia puede ayudarnos frente a este mal de nuestros
tiempos? Al menos la procrastinación es un objeto de estudio de la
psicología, que la define como "retrasar voluntariamente un curso de
acción prefijado pese a la expectativa de que este retraso puede
traer consecuencias negativas". Muchas palabras para lo que todos
conocemos. Se la ha asociado con el estrés y la ansiedad, con la
impulsividad, con dificultades en la búsqueda de una buena salud
(sí, tendría que seguir el tratamiento, pero.) y, claro, con
ejemplos clásicos como dieta, ejercicio y estudio. Se estima que un
quinto de la población adulta procrastina (yo procrastino, tú
procrastinas, él procrastina.), pero esta cifra asciende a un 50% en
el caso de los estudiantes. También se ha reportado que el número de
procrastinadores va en aumento, lo cual al menos es buena noticia
para no sentirnos tan solos. Ya en la década de 1980 se presentaron
las primeras escalas de procrastinación, con tópicos deliciosos como
me cuesta mucho tomar decisiones, o suelo retrasar el comienzo del
trabajo que tengo para hacer. Pueden encontrar algunos tests y
bastante bibliografía en el sitio procrastinus.com
No está muy claro si este comportamiento nos viene de fábrica. Si
bien se relaciona con factores que tienen bases genéticas, un
estudio reciente arrojó una muy baja correlación al comparar gemelos
idénticos australianos. En otras palabras: que uno de los gemelos
fuera un perfecto procrastinador tiene algo -pero poco- que ver con
que el otro también lo sea.
Investigadores de la escuela de negocios de Harvard han estudiado
cómo el efecto de la gratificación instantánea es el mejor aliado
para retrasar nuestras acciones. No es nada nuevo: ya Juan del
Encina en el siglo XVI nos proponía: "Hoy comamos y bebamos hasta
que nos reventemos, que mañana ayunaremos". Uno de los casos de
estudio en Harvard es el de la medicina preventiva, con el clásico
ejemplo de la colonoscopía: está indicada como de rutina a partir de
los 50 años, pero siempre encontramos algo mejor que hacer en lugar
de pedir el maldito turno.
Piers Steel, autor del libro La ecuación de la procrastinación,
explica que a la hora de tomar decisiones hay una especie de pelea
entre los sistemas más emocionales del cerebro y los que tienen que
ver con las funciones ejecutivas y el planeamiento a largo plazo:
impulsos versus razón. Propone reducir el número de compromisos a
realizar de manera de enfocarse mejor en las tareas. Otra estrategia
es no comenzar por las primeras tareas de la lista, sino por alguna
que ande por la mitad del papel. Otros consejos bastante obvios son
sencillos: ser ordenado o compartir con otros -incluso en redes
sociales- las metas que pretendemos (aunque de esto último hay
resultados contradictorios). Al menos así tenemos testigos de
nuestros éxitos y falencias. Una de las recomendaciones más
interesantes para el antiprocrastinador es moverse por un rato. Sí:
dejar el escritorio o la oficina y salir a dar una vuelta o hacer
algo de ejercicio por 20 minutos: se ha demostrado que a la vuelta
vamos a tender a cumplir con lo previsto mucho más que si nos
quedamos en Babia o haciendo zapping. Y las fechas límite son
siempre relativas: se ha demostrado que el mes en que ocurran, en
relación con las vacaciones o a fin de año, influye muchísimo en
cuánto podamos cumplirlas.
En fin, sé que debo seguir con esta columna, pero. no pasa nada si
la dejo para dentro de un par de semanas, ¿verdad? Sé que ustedes
sabrán comprender.
Informe de Jorge Luis Icardi.
Cómo luchar contra la procrastinación, ese mal de nuestro tiempo.
Hace rato que pasó fin de año y seguramente en ese tiempo comenzaron
a esfumarse nuestras resoluciones para cambiar esto y aquello en
nuestra vida. Ni qué hablar de las listas de trabajo que se nos
acumulan día tras día con la promesa de que por fin vamos a cumplir
plazos y objetivos. Pero no: no los cumplimos y caemos una y otra
vez en la famosa procrastinación que, como todo latino sabe, viene
de pro (hacia) y cras o crastinus (mañana).
¿Será que la ciencia puede ayudarnos frente a este mal de nuestros
tiempos? Al menos la procrastinación es un objeto de estudio de la
psicología, que la define como "retrasar voluntariamente un curso de
acción prefijado pese a la expectativa de que este retraso puede
traer consecuencias negativas". Muchas palabras para lo que todos
conocemos. Se la ha asociado con el estrés y la ansiedad, con la
impulsividad, con dificultades en la búsqueda de una buena salud
(sí, tendría que seguir el tratamiento, pero.) y, claro, con
ejemplos clásicos como dieta, ejercicio y estudio. Se estima que un
quinto de la población adulta procrastina (yo procrastino, tú
procrastinas, él procrastina.), pero esta cifra asciende a un 50% en
el caso de los estudiantes. También se ha reportado que el número de
procrastinadores va en aumento, lo cual al menos es buena noticia
para no sentirnos tan solos. Ya en la década de 1980 se presentaron
las primeras escalas de procrastinación, con tópicos deliciosos como
me cuesta mucho tomar decisiones, o suelo retrasar el comienzo del
trabajo que tengo para hacer. Pueden encontrar algunos tests y
bastante bibliografía en el sitio procrastinus.com
No está muy claro si este comportamiento nos viene de fábrica. Si
bien se relaciona con factores que tienen bases genéticas, un
estudio reciente arrojó una muy baja correlación al comparar gemelos
idénticos australianos. En otras palabras: que uno de los gemelos
fuera un perfecto procrastinador tiene algo -pero poco- que ver con
que el otro también lo sea.
Investigadores de la escuela de negocios de Harvard han estudiado
cómo el efecto de la gratificación instantánea es el mejor aliado
para retrasar nuestras acciones. No es nada nuevo: ya Juan del
Encina en el siglo XVI nos proponía: "Hoy comamos y bebamos hasta
que nos reventemos, que mañana ayunaremos". Uno de los casos de
estudio en Harvard es el de la medicina preventiva, con el clásico
ejemplo de la colonoscopía: está indicada como de rutina a partir de
los 50 años, pero siempre encontramos algo mejor que hacer en lugar
de pedir el maldito turno.
Piers Steel, autor del libro La ecuación de la procrastinación,
explica que a la hora de tomar decisiones hay una especie de pelea
entre los sistemas más emocionales del cerebro y los que tienen que
ver con las funciones ejecutivas y el planeamiento a largo plazo:
impulsos versus razón. Propone reducir el número de compromisos a
realizar de manera de enfocarse mejor en las tareas. Otra estrategia
es no comenzar por las primeras tareas de la lista, sino por alguna
que ande por la mitad del papel. Otros consejos bastante obvios son
sencillos: ser ordenado o compartir con otros -incluso en redes
sociales- las metas que pretendemos (aunque de esto último hay
resultados contradictorios). Al menos así tenemos testigos de
nuestros éxitos y falencias. Una de las recomendaciones más
interesantes para el antiprocrastinador es moverse por un rato. Sí:
dejar el escritorio o la oficina y salir a dar una vuelta o hacer
algo de ejercicio por 20 minutos: se ha demostrado que a la vuelta
vamos a tender a cumplir con lo previsto mucho más que si nos
quedamos en Babia o haciendo zapping. Y las fechas límite son
siempre relativas: se ha demostrado que el mes en que ocurran, en
relación con las vacaciones o a fin de año, influye muchísimo en
cuánto podamos cumplirlas.
En fin, sé que debo seguir con esta columna, pero. no pasa nada si
la dejo para dentro de un par de semanas, ¿verdad? Sé que ustedes
sabrán comprender.
Informe de Jorge Luis Icardi.
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