Preceptos del Club Privado 34 1. “Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos”. 2. “Escucho y olvido. Veo y recuerdo. Hago y entiendo”. 3. “Aquel que procura asegurar el bienestar ajeno, ya tiene asegurado el propio”. 4. “Los vicios vienen como los pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos”. 5. “La ignorancia es la noche de la mente, pero una noche sin luna ni estrellas”.
sábado, 27 de octubre de 2018
CIENCIA FELINA.
Ciencia felina.
O cómo los gatos también son los mejores amigos del hombre.
Lo sabemos: son extraterrestres, vienen del espacio exterior y
dominarán el mundo. Están entre nosotros desde hace tiempo, ocupando
nuestras camas y nuestras alfombras. Y, sobre todo, tienen toda una
ciencia a cuestas. Sí: la ciencia de los gatos. Uno de los misterios
de la vida felina es su imparable amor por las cajas: les resultan
irresistibles y no pueden verlas sin desear estar dentro. ¿Será que
les sale el salvaje que llevan en su interior y la usan como
escondite para sorprender a sus presas? No necesariamente; las
investigaciones indican que un entorno cerrado (como el de las
cajas) disminuye mucho los niveles de estrés en los gatos y hasta
les mejora las interacciones futuras con otros gatos o incluso con
esos otros bichos bobos, los humanos. Pero no sólo de cajas viven
los gatos: podemos encontrarlos en la bañera (vacía, claro), en
bolsas, cajones y hasta en zapatos. Así como les encanta el calor
(parece ser que sus preferencias están por encima de los 30°C),
además de dormir al sol, un buen refugio cerrado les puede brindar
una temperatura de lo más agradable. Si bien la de las cajas no es
una tecnología muy compleja, si de gatos tecnológicos hablamos, nada
mejor que equiparlos con un collar detector de redes de Wi-Fi; sí,
los hay, y parece que mientras Fido hace su paseo nocturno puede
trazar un mapa de los modems y routers de los vecinos.
Tampoco son grandes conversadores. Al menos, no parecen entender
cuando les gritamos por estar arañando nuestro sillón favorito. No
pueden entender y relacionar el grito con el arañazo. Nos ven como
un mono gigante que sólo está agrediéndolos porque se les da la
gana, justo mientras están en una actividad típicamente felina.
Funciona más la recompensa por lo que queremos que haga que el
castigo por lo que no queremos que haga. Otras veces se ponen a
masticar lo que haya a mano (o a pata), igual que un bebe: sí,
igualito, porque es una forma de explorar, de divertirse y, si son
cachorros, porque les están creciendo los dientes.
Bichos raros, los gatos: su lengua captura rápidamente el agua o la
leche, tan rápido que nuestros ojos no se dan cuenta. Y tienen más
vértebras en la parte media de la columna que los humanos, lo que da
una gran aceleración. Como nuestros bebes, los gatitos suelen nacer
con ojos azules, que después cambian a su color definitivo. Y cuando
chillan por la noche en los tejados, pueden tener una buena razón:
el sexo. Sí, al menos para la hembra puede no ser nada divertido, ya
que el pene gatuno tiene pinches que lastiman la vagina de su
compañera (que aun así es estimulada a liberar una hormona que ayuda
a madurar a los óvulos).
Pero lo más lindo (y no menos científico) es, sin duda, cómo nos
demuestran su amor. Una de las señales comunes de afecto es cuando
agachan la cabeza y la chocan contra nosotros, garantía de placer
para ambos. O pueden restregarnos sus mejillas, una forma de decir
este es mío, ya que nos impregna con secreciones de sus glándulas.
Una señal más obvia es, directamente, que nos miren a los ojos: es
una demostración de confianza. La cola es un buen termómetro de su
estado de ánimo: erizada o ancha de más significa estrés, pero
levantada ligeramente e, incluso, moviendo sólo la punta mientras se
acerca a nosotros. eso es amor, amigos. Si se sienta encima nuestro,
y hasta nos clava suavemente las uñas, habrá que aguantarlo
estoicamente, como hacemos con nuestros mejores amigos cuando se
ponen cargosos. Y aunque no nos hable, su ronroneo es señal de
placer y de que está todo bien entre nosotros.
Hay más pruebas de amor: lamernos (sobre todo el pelo o las orejas)
es algo reservado sólo a los gatos más cercanos, y es un honor ser
incluidos en tal categoría. Y si comparten una presa con nosotros,
¡que viva la amistad! Homo sapiens y Felis silvestres gatus, un solo
corazón (científico).
Apostillas del Licenciado JLI.
Ciencia felina.
O cómo los gatos también son los mejores amigos del hombre.
Lo sabemos: son extraterrestres, vienen del espacio exterior y
dominarán el mundo. Están entre nosotros desde hace tiempo, ocupando
nuestras camas y nuestras alfombras. Y, sobre todo, tienen toda una
ciencia a cuestas. Sí: la ciencia de los gatos. Uno de los misterios
de la vida felina es su imparable amor por las cajas: les resultan
irresistibles y no pueden verlas sin desear estar dentro. ¿Será que
les sale el salvaje que llevan en su interior y la usan como
escondite para sorprender a sus presas? No necesariamente; las
investigaciones indican que un entorno cerrado (como el de las
cajas) disminuye mucho los niveles de estrés en los gatos y hasta
les mejora las interacciones futuras con otros gatos o incluso con
esos otros bichos bobos, los humanos. Pero no sólo de cajas viven
los gatos: podemos encontrarlos en la bañera (vacía, claro), en
bolsas, cajones y hasta en zapatos. Así como les encanta el calor
(parece ser que sus preferencias están por encima de los 30°C),
además de dormir al sol, un buen refugio cerrado les puede brindar
una temperatura de lo más agradable. Si bien la de las cajas no es
una tecnología muy compleja, si de gatos tecnológicos hablamos, nada
mejor que equiparlos con un collar detector de redes de Wi-Fi; sí,
los hay, y parece que mientras Fido hace su paseo nocturno puede
trazar un mapa de los modems y routers de los vecinos.
Tampoco son grandes conversadores. Al menos, no parecen entender
cuando les gritamos por estar arañando nuestro sillón favorito. No
pueden entender y relacionar el grito con el arañazo. Nos ven como
un mono gigante que sólo está agrediéndolos porque se les da la
gana, justo mientras están en una actividad típicamente felina.
Funciona más la recompensa por lo que queremos que haga que el
castigo por lo que no queremos que haga. Otras veces se ponen a
masticar lo que haya a mano (o a pata), igual que un bebe: sí,
igualito, porque es una forma de explorar, de divertirse y, si son
cachorros, porque les están creciendo los dientes.
Bichos raros, los gatos: su lengua captura rápidamente el agua o la
leche, tan rápido que nuestros ojos no se dan cuenta. Y tienen más
vértebras en la parte media de la columna que los humanos, lo que da
una gran aceleración. Como nuestros bebes, los gatitos suelen nacer
con ojos azules, que después cambian a su color definitivo. Y cuando
chillan por la noche en los tejados, pueden tener una buena razón:
el sexo. Sí, al menos para la hembra puede no ser nada divertido, ya
que el pene gatuno tiene pinches que lastiman la vagina de su
compañera (que aun así es estimulada a liberar una hormona que ayuda
a madurar a los óvulos).
Pero lo más lindo (y no menos científico) es, sin duda, cómo nos
demuestran su amor. Una de las señales comunes de afecto es cuando
agachan la cabeza y la chocan contra nosotros, garantía de placer
para ambos. O pueden restregarnos sus mejillas, una forma de decir
este es mío, ya que nos impregna con secreciones de sus glándulas.
Una señal más obvia es, directamente, que nos miren a los ojos: es
una demostración de confianza. La cola es un buen termómetro de su
estado de ánimo: erizada o ancha de más significa estrés, pero
levantada ligeramente e, incluso, moviendo sólo la punta mientras se
acerca a nosotros. eso es amor, amigos. Si se sienta encima nuestro,
y hasta nos clava suavemente las uñas, habrá que aguantarlo
estoicamente, como hacemos con nuestros mejores amigos cuando se
ponen cargosos. Y aunque no nos hable, su ronroneo es señal de
placer y de que está todo bien entre nosotros.
Hay más pruebas de amor: lamernos (sobre todo el pelo o las orejas)
es algo reservado sólo a los gatos más cercanos, y es un honor ser
incluidos en tal categoría. Y si comparten una presa con nosotros,
¡que viva la amistad! Homo sapiens y Felis silvestres gatus, un solo
corazón (científico).
Apostillas del Licenciado JLI.
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