jueves, 9 de agosto de 2018

EL FUSHIMI INARI-TAISHA. JAPÓN.

El Fushimi Inari-taisha. Temprano por la mañana, el sol comienza lentamente a levantar un poco la fresca temperatura de la jornada. Si bien no hace frío, siento una especie de escalofrío y trato de salir de mi asombro. Si alguien me hubiese dicho que durante mi descanso nocturno, como por arte de magia, utilicé en mis sueños la maquina del tiempo, al mejor estilo de la famosa novela del escritor británico H. G. Wells (publicada en 1895), lo podría haber creído con facilidad. Siento que vestido como estoy desencajo con todo lo que me rodea, como si perteneciera a otra época. Tan difícil ciertamente es escaparle a nuestro tiempo y espacio que aquí parado, en una esquina del barrio de Gion, me siento transportado a una escena de alguna película del genial Akira Kurosawa, aquel que se consagró en el séptimo arte con joyas como Los sueños, Trono de sangre o El infierno de odio. Y me pregunto si en algún momento Toshiro Mifune aparecerá vestido de samurái… El silencio que experimento es increíblemente mágico. Si bien el horario comercial ya comienza a mostrar su trajín, todo parece realizarse con calma, sosiego y sin grandes estridencias. La vista y perspectiva que tengo es única: las bajas casas, de perfecta madera, con sus persianas todavía cerradas y sus techos de colores oscuros, se contrastan con alguna casa de té de colores mas vivos y techos más ornamentales. Decido caminar y seguir viviendo este "sueño". Matsubara-dori, la escarpada calle que me sirve de parapeto, sigue despertándose, y trato de adivinar lo que dicen los minimalistas y elegantes carteles que seguramente promocionan la oferta de cada una de las casas. Todas y cada una de estas, siguiendo el más tradicional de los estilos, ofrecen algo que ha pasado de generación a generación por siglos. Esto es lo que se obtiene cuando uno visita Kyoto, la antigua y célebre capital de Japón en el oeste (lo fue entre los años 794 y 1868, cuando el emperado Meiji Tenno decidió trasladar la corte imperial a Tokio). Y ni hablar si me acompañan ahora en mi caminata y nos encontramos como por arte de magia. Aquí, en este lugar único, las líneas del tiempo y el espacio referidos anteriormente se borran fácilmente. En un pequeño puente sobre el río Shirakawa, nos apoyamos sobre la baranda y observamos cómo los majestuosos cerezos comienzan a florecer, regalándonos una inmaculada imagen de perfección, con el pequeño curso de agua trayéndonos el rumor del agua y ancianos faroles de estridente color rojo haciendo las veces de centinelas. Desde allí no hay más que seguir caminando rumbo al sur por Yamato-dori, atravesando parte de la ciudad rumbo a mi destino final del día. Pero antes pararemos cuando lleguemos a un tercio de nuestro camino en Kashundo para probar los riquísimos wagashi, unos dulces japoneses, y sorprendernos por la delicadeza de su confección. Ya liberadas las endorfinas necesarias, seguiremos a pie. Son unos buenos kilómetros, hasta alcanzar nuestro destino: Fushimi Inari-taisha. Este icónico e importante santuario sintoísta tiene una riquísima historia de cientos y cientos de años, y está ubicado en la base de una montaña llamada inari, nombre de la diosa del arroz y patrona de los negocios. Sus altares y pequeños santuarios son de ensueño y me han acompañado hasta aquí para conocer una de las características más importantes de este lugar: las famosas torii, las puertas… Miles y miles de estas puertas, donadas por individuos, por familias y por compañías a lo largo de muchas vidas, pintadas de rojo y negro, serán nuestra entrada al rico mundo espiritual japonés. El Fushimi Inari-Taisha. 伏見Es el principal santuario sintoísta (jinja, 神社) dedicado al espíritu de Inari, y situado en Fushimi-ku, uno de los distritos de Kioto (Japón). El santuario se encuentra situado en la base de una montaña también conocida como "Inari", que incluye varios senderos para llegar a otros santuarios más pequeños. Desde las épocas más antiguas de Japón, Inari era vista como patrona de los negocios (en tanto que cada Torii existente en el santuario ha sido donado por algún hombre de negocios japonés) aunque Inari en primer lugar fuera diosa del arroz. Los comerciantes y artesanos ofrecían culto a Inari a cambio de obtener riqueza en sus negocios, por lo que donaban numerosos torii que actualmente forman parte de la vista panorámica del templo. De este famoso templo se dice que posee más de 32.000 pequeños torii, llamados santuarios. Es especialmente conocido por los miles de toriis rojos que delimitan el camino por la colina en la cual se encuentra situada el santuario. Los torii son donaciones de particulares, familias o compañías. Al espíritu de Inari se le considera como protector de las cosechas, especialmente de arroz, y en consecuencia históricamente ha sido asociado con la riqueza. Las compañías a menudo hacen ofrendas a los santuarios de Inari en forma de barriles de sake o de torii. Se le considera uno de los lugares más bellos de Kioto, y uno de los símbolos de Japón. Desde su fundación en el 711, el santuario se convirtió en objeto del patrocinio imperial durante el comienzo del Periodo Heian. En el 965, el Emperador Murakami ordenó que los mensajeros imperiales (heihaku) fueran enviados para informar de todos los eventos importantes al guardián Kami del Japón. Estos heihaku fueron enviados inicialmente a un total de 16 santuarios, entre los que también se encontraba el Santuario a Inari. Entre 1871 y 1946 el Fushimi Inari fue incluido oficialmente dentro del Kanpei-taisha (官幣大社?), lo que significaba que quedaba bajo apoyo del gobierno nipón. En el año 2005, apareció en la película estadounidense Memorias de una geisha. Las primeras estructuras fueron construidas hacia el 711 en la colina Inariyama del sudoeste de Kioto, pero el santuario sería reubicado en el 816 a petición del monje Kūkai. La principal estructura del santuario fue construida en 1499. Un santuario dentro del complejo del Fushimi Inari. En la base de la colina se encuentra el santuario Go Honden (御本殿) y la puerta de Sakura o Sakura-mon (桜門). Tras recorrer los caminos de senderismo flanqueados por toriis, se puede parar en los varios puestos de comida que ofrecen Kitsune udon, un popular plato de fideos que toma su nombre de los zorros (kitsune), que son los mensajeros de Inari. La estatuas de zorros a menudo se encuentran representadas en los santuarios de Inari con una llave (para el granero que conserva el arroz) en sus bocas. En lo alto de la colina está el santuario principal; A diferencia de la mayoría de santuarios shinto, y al igual que otros santuarios dedicados a Inari, es posible ver de forma abierta el ídolo contenido en el santuario (un espejo). Aparte de los más famosos senderos alineados por torii, en la parte opuesta existen otros senderos que discurren a través de un bosque de bambú y que ofrece una experiencia bastante diferente de la ruta principal. La manera más sencilla de llegar a Fushimi Inari es por medio del tren. La estación de Inari de JR (a cinco minutos de la estación de Kioto vía la línea Nara) se encuentra al otro lado de la calle frente la puerta de Sakuramon. La segunda estación más cercana es Keihan Fushimi Inari. Para alcanzar la cima a travez de varios senderos se cuenta con mas de 1.200 escalones que asciendes rodeado de columnas. Informe de Jorge Luis Icardi. Fuente: Iván de Pineda. LA NACIÓN.

No hay comentarios:

Publicar un comentario